Este diario trajo ayer un extenso reportaje sobre las ominosas consecuencias del envejecimiento de la población para las finanzas del IESS: los jubilados aumentan más que los aportantes. Lo que se suma a las consecuencias de recientes políticas públicas: aumento de prestaciones y repudio del aporte del Estado al IESS.
El reto ocasionado por el envejecimiento de la población es aún más grave: estamos desperdiciando la oportunidad única de tener una alta tasa sostenida de crecimiento que nos catapulte a un nivel de desarrollo más elevado. A través de la historia, las sociedades tuvieron una altísima tasa de nacimientos, sólo temperada por la asimismo alta tasa de fallecimientos de recién nacidos y muerte infantil por desnutrición: la población crecía más rápidamente que la producción agrícola, como explicó Malthus. Los que trabajaban tenían que destinar todo sus ingresos para alimentar una numerosa prole.
Con el advenimiento del control de la natalidad, las familias tuvieron menos hijos. Por lo tanto una mayor proporción de la población total tenía edad de trabajar. Disminuyó el aporte para la subsistencia de los que no trabajaban: menores de edad, enfermos y ancianos. El resultado fue una alta tasa de crecimiento sostenido. La China, para maximizar este efecto, adoptó la política que las parejas pudieran tener un solo hijo.
Ecuador está en esa etapa, en que los de edad de trabajar son muchos frente a los niños y ancianos. Sin embargo, tenemos una baja tasa de crecimiento. En la última década en particular el gobierno priorizó la expansión del Estado por sobre el crecimiento económico. Esta etapa, de dividendo demográfico, dura poquísimo, un par de generaciones. Luego viene aquella en que la población crece poco, y sube la proporción que los ancianos constituyen de la población total, con lo que el ahorro de la población que trabaja se destina al mantenimiento de los mayores. El crecimiento económico es bajísimo.
China abandonó la política de un solo hijo. España, que hasta hace relativamente poco era un país de emigrantes, ahora es de inmigrantes, España necesita los ecuatorianos y nativos de otros países que se radican en el país ibérico, de lo contrario la economía se contraería. Japón, país que se precia de su homogeneidad racial, no tiene mayor inmigración, y la economía se estanca. EE.UU. es el país desarrollado de mayor crecimiento, en gran medida gracias a la inmigración.
El Ecuador ya entró en la etapa en que la proporción que los de edad de trabajar cae en relación a la población total. La ventana de oportunidad, de dar un salto en el crecimiento y por ende en el bienestar, se está cerrando. Y en los últimos tres años, incluyendo el actual, la economía crece menos que la población. Perdemos el dividendo y caemos en la trampa demográfica.