Le toca a las empresas

Pierden su tiempo las empresas que ponen sus esperanzas en que mejoren las condiciones internacionales o que las políticas públicas corrijan el excesivo costo de producir en el Ecuador. Les toca tomar la iniciativa.

Cierto es, las monedas siguen un ciclo y durante un cierto número de años se aprecian y luego se deprecian. Pero no se sabe cuándo.

Donald Trump está desesperado por depreciar el dólar. Pero su modus operandi conspira contra este objetivo. Le gusta tener a todo el mundo en ascuas: amenaza a la China con sanciones, insinúa que si no le pagan, deja de aportar a la OTAN y a defender a Japón y Corea. Ante la incertidumbre los mercados se refugian en los activos más seguros: oro, y bonos del tesoro de los EE.UU. La salida de capitales a los EE.UU. hace que caigan las otras monedas. En agosto, en EE.UU. no hubo inflación, y en Ecuador los precios bajaron 0,1%: nos abaratamos. Pero los países vecinos devaluaron, y los precios de Argentina se abarataron 15.8% frente a los de EE.UU., los de Colombia 6.1%, Brasil 5.7%, Chile 3.7%, México 3.2% y Perú 2.5%. Hasta bajando los precios nos encarecimos, en términos relativos.

Tampoco hay que esperanzarse de las acciones del Gobierno. Es necesario un fuerte recorte en el gasto público de desperdicio, así como de tantos contratados que reciben sueldos sin brindar un servicio público útil. Las cifras no revelan ningún gran recorte, y el encargado de reducir la burocracia, Santiago Cuesta, deja el Gobierno y su cargo se suprime. El Gobierno está consciente que para bajar costos, debe eliminar aranceles para materias primas y bienes de capital, así como suprimir el ISD, pero no lo hace porque necesita los fondos que generan. No hay mayor consciencia en el público en general que se requiere una profunda reforma laboral para bajar costos de producción. Por lo que la reforma, que se hace esperar y no llega, probablemente será tibia.

Independientemente del avance en políticas públicas, y de que mejore el entorno internacional, cada empresa tiene que priorizar bajar sus costos. Lo mismo grandes como pequeñas. La inflación a nivel de servicios está bajando, lo que insinúa que los clientes están buscando pagar menos. Los restoranes tendrán que ofrecer menús de menor precio, por ejemplo. A nivel de industrias, para las que la urgencia es mayor por la competencia de los importados, tendrán que buscar cómo bajar costos en cada etapa de su proceso productivo o comercialización, y entre las cosas que tendrán que buscar es la utilización de nuevas tecnologías. Especializarse en los productos en que tienen mayor margen, abandonar aquellos donde no hay perspectiva de recuperar competitividad. Por último, cambiar de línea. El tema es ajustarse, o perecer. Salir ganadores o perdedores de este largo y doloroso ajuste.

wspurrier@elcomercio.org

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