En pocos segundos de una de sus “mañaneras”, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio una lección elemental en materia de comercio exterior.
Dice AMLO que por sobre las simpatías entre gobiernos están los intereses de los sectores productivos sensibles de su país: “no se puede apostar a una apertura sin límites, tenemos que proteger ciertos sectores que son fundamentales, estratégicos, como lo hacen en todo el mundo, todos los países”.
Al final de prolongadas negociaciones bilaterales, el presidente de México deja en claro que no abrirá el mercado de su país al camarón, banano y la pesca, principales productos de exportación nacionales.
La negociación con México era compleja por ser competitivo con el Ecuador. Lleva la ventaja de su economía once veces mayor, el manejo de su propia moneda, su salario mínimo es la mitad que el nuestro, la productividad de un trabajador mexicano es el doble que la de uno nacional, el costo de la energía eléctrica industrial 30% inferior y su riesgo país casi la quinta parte. La balanza comercial de Ecuador con México es muy deficitaria, por lo que una estrategia cuidadosa debía lograr una negociación equilibrada.
El Ecuador comprometió acceso a los sectores de interés de México, ahora está abocado a aceptar sus condiciones para firmar este TLC. La estrategia de los dos países es muy distinta: Ecuador quiere firmar TLC’s, México ha negociado 12 defendiendo a sus sectores sensibles.
El gobierno debe evaluar si se compromete en esta negociación con México para aspirar a un dilatado ingreso a la Alianza del Pacífico, identificada hoy con gobiernos de izquierda, o plantear el acercamiento al Asia por fuera de la AP en base a una relación dinámica a través de acuerdos bilaterales como lo está haciendo con China y Corea del Sur.
Por ahora, AMLO deja como lección que hay que defender la producción nacional y el empleo que genera, “como lo hacen en todo el mundo, todos los países”.