@cmontufarm
Luego de nueve años de la mayor exposición mediática que político alguno ha tenido en la historia del país, el presidente Correa ha dejado para la posteridad la marca, el símbolo, de lo que será su paso por el poder y, porque no decirlo, la síntesis de su proyecto político. Así como Jamil Mahuad estará siempre asociado a la imagen del Titanic, o Velasco Ibarra a la del balcón, o Febres Cordero a la del “dónde firmo” de Taura, o Abdalá a la del “Suso”, Rafael Correa no podrá deshacerse en el futuro del cliché que él mismo creó, de manera improvisada seguramente: la Mashicard.
Ocurrió en uno de esos “encuentros” que organiza la Secom entre el Presidente y periodistas. El diálogo transcurría, como siempre, con un Correa explayado. Pero en un momento, incómodo, turbado, el Presidente se puso a explicar la situación de millones de ecuatorianos en los actuales momentos. Fue en ese contexto cuando, con su excepcional y sesgada forma de graficar las diferencias entre el pasado y el presente, dibujó su peculiar visión de la crisis: la revolución ciudadana ha creado una sociedad de clase media (algo que no siendo totalmente cierto tiene algo de verdad); familias con casa de cemento, de dos pisos, terreno legalizado, carro, educación y salud para sus hijos. Hasta ahí todo bien, “el país ya cambió”. Pero sobreviene un problema (eufemismo para nombrar la palabra crisis) y “tal vez nos quedamos sin empleo, el jefe de familia, pero tiene tarjeta de crédito para seguir subsistiendo”.
Sí, señor Presidente, como el país ya cambió, tenemos tarjeta de crédito y con ella podemos ir a la tienda de la esquina a hacer las compras del diario, e igual con la casera del mercado pagamos las compras de la semana de igual manera. Llegamos a la gasolinera y tanqueamos con la tarjeta de crédito y nuestros hijos que tienen educación y salud y, de seguro, tienen tarjetas adicionales, pagan con ella el bus que toman para ir al colegio o la universidad, y los libros y los cuadernos y las fotocopias. Y llega el fin de mes y pagamos la letra del carro con tarjeta; y lo mismo en la botica; no se diga al sastre, al peluquero, al zapatero, al plomero, al caramelero, al heladero, hasta al mendigo del semáforo, con la tarjeta de crédito.
Si el país en crisis de Mahuad era un Titanic que se hundía, cuál es el país en crisis (que para él no existe) de Correa. ¿Qué nos dice del economista que nos gobierna, el que piense que el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades, un inminente colapso fiscal, pueden afrontarse con una tarjeta crédito, así no se tenga los ingresos de fin de mes para pagarla? ¿Es que nuestro país se reduce al ‘mall’ donde funciona el plástico? ¿Dónde está el Ecuador real de la tienda, el mercado, la papelería, la sastrería, el bus de línea, los helados del parque? ¿Es que se puede gastar sin que se tenga de dónde pagar? (Ciertamente, esa pareciera ser la premisa con la que se nos ha gobernado en la última década. Ahora estamos pagando las consecuencias) ¿En qué país vive Correa? Quizá ese país sea EE.UU. o Bélgica, pero no es el Ecuador.