Tiranos caídos

Mientras más alto uno se encuentre, más dura será la caída. Esta premisa de lógica elemental tiene mayor sustento cuando se habla de las alturas del poder. La historia ha demostrado en innumerables ocasiones que los más grandes tiranos generalmente han terminado sus días de modo violento, despojados del poder que los envileció y descubiertos ante la muerte como despiadados criminales.

Los autoritarismos, creados por los romanos en el siglo IV a.C. para situaciones emergentes y de transición, han proliferado en la historia como formas de perpetuarse en el poder causando los mayores crímenes contra la humanidad. La primera parte del siglo XX estuvo marcada por la revolución bolchevique y la conformación de la Unión Soviética al mando del mayor criminal que, según las estadísticas (20 millones de muertos), ha conocido la historia: Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), sucedido más tarde por otro déspota de similar calaña: Iósif Stalin. Aunque las muertes de los dos se produjeron por causas naturales (en el caso de Stalin hay todavía dudas de que haya sido envenenado), tras la caída de su imperio décadas después, sus imágenes plasmadas en centenares de estatuas cayeron simbólicamente alrededor de todo el mundo.

A mediados del siglo XX la humanidad viviría una de sus páginas históricas más tristes con la aparición de Hitler y el fascismo. Su epílogo se desarrollaría en 1945 al interior del bunker de la Cancillería alemana en Berlín, con Hitler presionando el gatillo de una pistola cuyo cañón apuntaba a su boca, y su esposa Eva Braun se envenenaba con una cápsula de cianuro. Pocas horas antes el dictador italiano Benito Mussolini era fusilado junto a su amante y sus colaboradores más cercanos; sus cuerpos fueron expuestos en la Plaza de Loreto, Milán. Años después, en República Dominicana caía abatido a tiros el dictador Rafael Leónidas Trujillo, que gobernó el país a base de miedo y sangre durante 31 años. En 1989 tras ordenar al Ejército de Rumania disparar contra la población civil que se manifestaba en las calles, fue apresado, juzgado sumariamente y ejecutado por fusilamiento, junto a su esposa Elena, el genocida Nicolae Ceausescu. En diciembre del año 2006, luego de tres años de reclusión y un largo juicio en que se lo condenó por crímenes contra la humanidad, fue ejecutado en la horca el dictador Saddam Hussein. En octubre del año 2011, en la ciudad de Sirte fue asesinado dentro de una red de tuberías de drenaje el sádico dictador libio Muamar el Gadafi.

La lista de tiranos caídos es demasiado larga, algunos han pagado sus crímenes con su propia sangre, otros han muerto por causas naturales en la comodidad de una cama, pero al final, siempre, a todos les ha llegado el tiempo de ser juzgados por la historia.   

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