La Agencia Española de Cooperación Internacional entregó generosamente a la Academia Ecuatoriana fondos para la rehabilitación de su viejo edificio del centro colonial quiteño, impar en el concierto de las capitales americanas. Gracias a ella, y al Instituto Metropolitano de Patrimonio, la antigua casa vivió un primer acto de promoción, el de Simón Espinosa Cordero a miembro de número de la AEL, anuncio de memoria y trabajo para preservar el espíritu de nuestro idioma en el tiempo y las circunstancias, y enriquecerlo con devoción creativa contra su menoscabo, que es decir el de nuestra lucidez.
Este suceso nos devolvió a la Cuenca de entrañables recuerdos, donde todos conocíamos a todos y hablábamos de parentescos y vínculos de sangre como si tuviéramos a mano un gran árbol genealógico.
Cuando ingresó a nuestra Academia el gran poeta cuencano Jacinto Cordero Espinosa, el Embajador de España, don Víctor Fagilde, con embarazo nada previsible en persona de trato abierto y gozoso, me preguntó: -Susana, ¿Jacinto Cordero Espinosa es tu hermano? Me angustió la coincidencia de apellidos y, casi, la de mi dirección de la Academia con el ingreso de Jacinto, ‘evidencias’ que me volverían culpable de leso parentesco. Me alivió responderle que no, que esa candidatura, propuesta por el académico don Hernán Rodríguez Castelo, gran conocedor de la poesía ecuatoriana y nada sospechoso de generosidad en estas lides, siguió los trámites legales hasta corroborar tan merecida pertenencia a nuestra corporación.
¿Qué decir ante el ingreso de Simón, de los mismos apellidos de mis propios hijos, de las mismísimas familias, algunos de cuyos miembros, desde hace tiempo, ostentan su presencia en la Academia Ecuatoriana? No caben hipótesis indemostrables, enumeraciones ni ‘consecuencias’ de esta relativa afluencia. Hace más de un siglo ingresó a la casa de los inmortales (¡perdón!, este es antigua frase de las academias!) el expresidente don Luis Cordero Crespo, abuelo de Jacinto Cordero Espinosa y este, primo hermano de Simón, y Simón, primo hermano mío y primo hermano de mi marido… Y el expresidente, hermano de Vicente Cordero Crespo, padre de Octavio Cordero Palacios, polígrafo genial, abuelo de Simón y abuelo mío. Aunque a Simón, ¡admirable independencia!, sea difícil arrancarle expresión que muestre su sentido de pertenencia a familia o estirpe alguna, a ningún linaje o clan, en nada le disminuye mencionar estas circunstancias ajenas a toda voluntad individual… La candidatura de Simón Espinosa, periodista de ácido talento, persistió en la voluntad de varios de los directores que me precedieron, y fue contestada por él, con un sí es, no es, irónico. Finalmente, ingresó a nuestra corporación como correspondiente y hoy, en calidad de numerario, con su rotundo periodismo a cuestas, con su enorme amor y conocimiento de la poesía, con su humanidad entera al servicio de la verdad .