Se ha hecho un escándalo porque circulan textos para el tercer año de bachillerato (el antiguo sexto curso de colegio), cuyos contenidos manipulan a los alumnos con visiones parciales y sesgadas que exaltan el correísmo. Son burdos ejemplos de un intento de adoctrinamiento de la peor especie.
Al respecto, el Ministerio de Educación ha aclarado que se trata de textos autorizados para la venta en la educación privada, que no son los que el Ministerio adquiere para donar a los alumnos de los establecimientos públicos. Dejó en claro que ya hace dos años no circulan y que los prohibirán expresamente. Pero un funcionario reconoció que en los textos que se entrega a los estudiantes del sistema público se han escapado algunos contenidos tendenciosos y que serán corregidos.
Oportuna la aclaración del Ministerio, pero las medidas anunciadas ni de lejos corrigen las graves fallas que tiene nuestro bachillerato. No se trata solo de retirar la autorización de unos textos preparados por quienes optaron por hacer de esbirros del correísmo para conseguir que fueran aprobados.
Uno de los daños mas graves que se le hizo al país fue la reforma inconsulta y depredadora del bachillerato. Se suprimió la diversidad de contenidos, entre ellas varias alternativas de lo que se llamaba “bachillerato polivalente”, que ofrecía ciertas habilidades laborales, para imponer un plan de estudios único y rígido que conduce a todos los alumnos a las puertas de la universidad. Luego, muy buena parte de ellos quedan fuera por falta de cupos. Las universidades no pueden recibir a todos.
El currículum que se aprobó con derroche de ignorancia e improvisación, sin consultar las experiencias y las propuestas que existían, eliminó la Historia y la Geografía del Ecuador, Cívica, Realidad Nacional y Educación Ambiental; estableció contenidos extensos y mal definidos, en el marco de una visión reaccionaria que busca desarrollar en los alumnos “destrezas con criterio de desempeño”, sin una actitud crítica y humanista. Y se hizo todo esto dejando de lado la necesaria capacitación de los docentes.
No es cuestión de retirar de circulación tal o cual texto tramposo. Toda la concepción del bachillerato, el currículum, sus objetivos, contenidos y sistemas de evaluación deben ser revisados. Con los planes de estudio ajustados, los textos podrán ser rehechos. Pero para todo ello se debe contar con la participación activa de los maestros y los alumnos. Desde el inicio de esta década el Ministerio de Educación correísta impuso los contenidos y las reformas educativas a fuerza de autoritarismo, clientelas corruptas, malos tratos y miedo. Ya es hora de que se cuente con los actores reales de la acción educativa. Por mucho tiempo fueron considerados “terroristas” y solo recibieron amenazas, insultos y gases lacrimógenos.