Testimonio

La Fundación Independiente española realiza un Homenaje universal al idioma español, apoyada por instituciones reconocidas en el mundo entero. Comparto el mejor homenaje personal que, desde mi propia Tierra, puedo hacer. Júzguelo usted.

El sabio y entrañable poeta, filólogo y crítico Dámaso Alonso, escribió: “Si las escuelas lingüísticas partieran de la poesía para sus investigaciones, ganarían una idea más rica y más exacta de lo que es el lenguaje”. Gloso esta alta verdad: el mejor testimonio que el Ecuador aporta a la intimidad y dignidad del idioma es, sin duda, el de los textos de nuestros más insignes poetas. Sean algunas de sus estrofas, prueba del poder de nuestra palabra en español.

De “Estatua de aire” (Gonzalo Escudero, 1903-1971). “Ya desamor de amor, calandria muda / pecho abrevado por la luna llena, / cielo trizado por la flecha aguda / escombro de ángel, gárgola de arena / ¿en qué soledad de agua se desnuda, / ya desamado amor, tu luz morena? / Pero me gimas, copla de amadores, / jácara de la lluvia en los alcores.

De “Boletín y elegía de las mitas” (César Dávila Andrade, 1918-1967). “Yo soy Juan Atampam, Blad Llaguarcos, Bernabé Ladña / Andrés Chabla, Isidro Guamancela / Pablo Pumacuri / Marcos Lema, Gaspar Tomaico, Sebastíán Caxicondor. / Nací y agonicé en Chorlaví, Chamanal, Tanlagua / Nieblì. Sí, mucho agonicé en Chisingue / Naxiche, Guambayna, Poaló, Cotopilaló / Sudor de sangre tuve en Caxají, Quinchiriná, / en Cicalpa, Licto y Conrogal / Padecí todo el Cristo de mi raza en Tixán, en Saucay / en Molleturo, en Cojitambo, en Tovavela y Zhoray. / Añadí así, más blancura a la Cruz que trujeron mis verdugos”.

De “Hombre planetario” (Jorge Carrera Andrade, 1903-1978). “Soy hombre, mineral y planta a un tiempo, / relieve del planeta, pez del aire, / un ser terrestre en suma. / Árbol del Amazonas mis arterias, / mi frente de París, ojos del trópico / mi lengua americana y española, / hombros de Nueva York y de Moscú, / pero fija, invisible, / mi raíz en el suelo equinoccial, / nutriéndose del agua de los ríos / y de la sangre verde que circula / por el frágil, alado cuerpecillo / del loro, profesor de ortología, / del saltamontes y del colibrí, / mis ínfimos aliados naturales”.
De “Sollozo por pedro jara (estructuras para una elegía)” (Efraín Jara Idrovo, 1926). ¡hijo mío! / … ay guijarros vueltos silbo de dardo por la honda / ay hornacinas de donde el cierzo expulsó al guerrero / ay volúmenes arrancados al sueño de la geología / muros de piedra / hombros de piedra / dinteles de piedra de inga-pirca / proa despedazada en los arrecifes de lo perecedero / encordadura del aguacero / gran ábside donde golpea el viento / como un muñón de cólera / torso de piedra / cejas de piedra / pedropórfido o pedroinga-pirca / piedras contagiadas por el desvelo del hombre / piedras carcomidas por los líquenes del exterminio / piedras que han ido consumiendo su presencia / devoradas por la supuración de la muerte”.
 
Todo sabrá a poco. Todos los poetas de América se alzan en homenaje a nuestra lengua inenarrable.

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