Parecería que hay un perverso determinismo, que un amigo lo resumía con la frase de que hay circunstancias en que sólo hay posibilidad de escoger cual es el “menos peor”.
En América Latina lo vivimos con dramatismo. ¿Cuál es el peor gobernante de la Región? ¿Será Maduro? ¿Será Bolsonaro? Uno y otro son referentes de opciones en los países de la Región. Se lo está viviendo en Argentina y la aspiración de Rafael Correa es que se produzca en el Ecuador.
En Venezuela, verdad que la primera elección del Coronel Hugo Chávez fue en un proceso electoral con el que el pueblo venezolano, castigó al sistema político, que se inició con el llamado Pacto de Punto Fijo, de 31 de octubre de 1958, meses después del derrocamiento del gobierno militar del dictador Pérez Jiménez , por el cual los partidos políticos, Acción Democrática –la Social Democracia-, el Copei –la Democracia Cristiana- y la URD Unión Republicana Democrática –partido de centro hacia la derecha- llegaron a un pacto de gobernabilidad, que en los hechos fue la sucesión de gobiernos de la AD y Copei, por cuatro décadas, que se infectó con corrupción y represión. Chávez fue conspirador clandestino –dentro del Ejército- que se lo identificaba como el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, desde los años 80, que se hizo visible cuando se levantó en armas contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el año 1992, beneficiándose luego con el indulto del Presidente Rafael Caldera, el último Presidente del Pacto de Punto Fijo, a quien sucede Chávez, en las elecciones de 1998. El 2 de febrero de 1999, al posesionarse expresó “Juro delante de Dios, de la Patria y de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución haré cumplir e impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos”. Vía Constituyente y luego Asamblea Nacional. Pero, implantó una dictadura con fachada de democracia formal, con repetidos fraudes electorales y en otros órdenes, con mucho dinero inicial para influir en América Latina y en el Caribe. A su muerte, lo sucedió Maduro –año 2013- ignorantón pero audaz, cogobernando con los mandos militares. Venezuela es un país saqueado, corrupto, pero mientras Rusia y China, los protejan en el escenario mundial será imposible cualquier intervención, por más audacia de Trump y su entorno.
Sin la corrupción del Partido de los Trabajadores en ejercicio del gobierno de Brasil, 2003-2017- cuya imagen más conocida en la Región es haber organizado con Odebrecht y otras empresas de Brasil una monumental red de corrupción, verdadera delincuencia organizada, Bolsonaro, fascista, represor, exponente de lo peor en políticas ambientales y en derechos humanos, nunca habría llegado al poder.
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