Es más que preocupante conocer que el 10% de futbolistas profesionales se hallan lesionados, con ocasión de los partidos a los que acuden; y en algunos casos, por lesiones durante las prácticas previas. De 300, 30 están lesionados y a los clubes respectivos les cuesta hasta 40 000 dólares atender su recuperación. (El Comercio, 11, 18, 2012). Esta cifra no incluye a los lesionados, a veces severamente, en competencias de aficionados, en cuyo sector parece que es abundante, amplia y más peligrosa.
¿Son suficientes las tarjetas amarilla y roja para controlar y evitar estos resultados repudiables en la integridad de los jugadores?
El autor de esta nota confiesa desconocer los detalles del desarrollo futbolístico, razón por la que serían inútiles las calificaciones peyorativas de los entendidos.
Pero, eso sí, el autor de esta nota es un asiduo espectador de los partidos de fútbol que se desarrollan en Europa y que transmite la TV.
¡Cuánta diferencia! Allá, no es normal agredir al otro jugador; ni el codazo en la faz al momento de disputar un balón que viene por alto; ni la utilización del “barrido” que no va a la pelota sino a los tobillos del jugador contrario.
Vivió entre nosotros un notable jurisconsulto quien, entre sus diversas especializaciones, cultivó la Legislación de los Deportes: Patricio Romero Barberis. Su compilación de normas deportivas fue editada por el Consejo Nacional de Deportes y contiene las reglas para cumplirlas en los deportes que se practican en nuestro Ecuador.
En el Estatuto de la Ecuatoriana de Fútbol se lee que una de las finalidades de la Federación es …“impedir la introducción de otros métodos o prácticas irregulares de este deporte y los abusos que durante un juego pudieran cometerse”.
Si las tarjetas no son suficientes para detener la agresión, deben aplicar, en ciertos casos, el Código Penal. Este contiene todo un capítulo sobre las lesiones y sanciona con prisión a sus autores.
Parece llegado el tiempo de que la Fiscalía, de oficio, actúe cuando es notorio que la intención no fue disputar la pelota, sino agredir y dañar al contrario, en cuyo caso el daño es asunto penal.
Y en cuanto a los aficionados de barras que, al parecer, creen que el partido de fútbol no es completo si no hay gresca, golpes y agresiones, deben recordarles que el Código Penal en el art.473 dice: “Los incitadores o responsables de hechos de violencia dentro de los escenarios deportivos o en sus inmediaciones o demás lugares que por su capacidad puedan albergar reuniones masivas de público, antes, durante o después del evento deportivo, artístico u otros espectáculos y que causen lesiones a terceros, serán reprimidos con pena de uno a tres años de prisión”.
Parece necesario usar la “tarjeta” del Código Penal, puesto que las amarilla y roja ya no son suficientes.