El afán de protagonismo para rescatar prestigio artificiosamente, puede sacrificar la imagen del país sin la menor preocupación si es que el objetivo es lograr un nombramiento en las Naciones Unidas. Es lo que al parecer piensa la canciller del Ecuador al invitar al líder guerrillero del ELN y darle tarima para de explicación sobre la amenaza en nuestra frontera.
Para la canciller una foto junto al líder guerrillero sería clave para demostrar su interés y gestión en el proceso de paz de Colombia.
Mientras tanto, para el líder guerrillero el atentado terrorista de Esmeraldas, era una brillante oportunidad para poderse exculpar de su evidente e irrefutable disputa territorial con el Clan del Golfo en la franja costera desde el Chocó a Tumaco, y que por su proyección en nuestro territorio nos causan problemas de seguridad nacional.
La foto de la canciller con el guerrillero, el título en la prensa: “El ELN denuncia que los carteles mexicanos controlan la frontera entre Colombia y el Ecuador”, criterio del líder guerrillero que opinaba y daba orientaciones sobre la situación en suelo ecuatoriano, aunque el permiso del que disfruta es únicamente para realizar conversaciones con la delegación colombiana.
De esta forma la canciller sacrifico el prestigio del Ecuador para beneficio personal, asunto impropio para un Ministerio que se ha caracterizado en otra época por el brillo de su profesionalidad diplomática, para preservar la dignidad de la nación ecuatoriana.
La precaria iniciativa provocó un impasse al presentar a un guerrillero insurgente como vocero de la seguridad en el Ecuador. Además de ese problema provocó un fraccionamiento latinoamericano por el entrecruzamiento de nominaciones considerando que la candidata de Honduras, recibió previamente respaldo de Ecuador como parte de un convenido realizado.
Decir que los carteles mexicanos se han instalado para controlar la frontera ecuatoriana y que por su impacto generan “una masa monetaria muy grande”, pretende trasladar la responsabilidad del narcotráfico a los diversos grupos armados organizados, disidentes y paramilitares, sin que se logre desvanecer el involucramiento del ELN.
Al Ecuador no le interesa la naturaleza ni mutaciones de los carteles o bloques conformados entre narcotraficantes, porque sin discriminación todos están siendo considerados como una amenaza a la soberanía nacional; por lo tanto deben ser confrontados, con la acción de la ley y de la defensa nacional.
El ELN se encuentra en un proceso de negociación, o diríamos de amistad con el gobierno de Colombia, pero “el amigo de mi amigo no necesariamente es mi amigo”. Esa lógica no puede ser la que siga la Cancillería, ni el protagonismo puede estar sobre la seguridad de la nación ecuatoriana.