Tame y la política del ajuste
La aerolínea estatal del Ecuador creció gracias a la bonanza petrolera, se expandió sin hacer mayores estudios, tenía a los burócratas como sus mejores clientes, estaba siempre a las órdenes del Ejecutivo, no pudo recuperar la venta de pasajes en Venezuela, acumuló atrasos con proveedores, registró pérdidas millonarias por varios años consecutivos y aún no se conocen sus estados financieros.
Ahora la empresa está en crisis, aunque la verdad es que la crisis lleva ya varios años, pero se mostró de cuerpo entero cuando el Gobierno también entró en una espiral recesiva y dejó de inyectar recursos a la empresa, para que la población creyera que una aerolínea estatal tiene futuro con la revolución ciudadana.
Lo que sucede con Tame refleja el manejo económico durante la última década. Con el ‘boom’ petrolero el Gobierno vendió la idea de un país que despegaba hacia el primer mundo, sin embargo, en los últimos años se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia por falta de combustible, por exceso de peso y porque los motores del crecimiento empezaron a fallar.
La expansión de las rutas de Tame, dentro y fuera del país, coincidió con la época de la abundancia, cuando el Gobierno gastaba miles de millones de dólares en aplanar el terreno para una refinería que lleva unos ocho años de retraso o en construir aeropuertos que no tienen vuelos comerciales.
Con la crisis económica, la aerolínea empezó un programa de ajuste que fue impulsado por el propio Gobierno. En principio se pretendía vender la empresa, pero luego se optó por buscar un socio estratégico, lo cual demandaba poner en orden sus finanzas. Eso significó, por ejemplo, eliminar 10 rutas que no eran rentables o reducir la nómina en unas 200 personas. Este ajuste era necesario porque de lo contrario la empresa no era viable.
Y lo mismo sucede con las finanzas públicas, que tampoco son viables si el Gobierno sigue endeudándose, aumentando el gasto en la burocracia y sin tener un plan de ajuste.