La situación económica de la aerolínea estatal Tame, que ha registrado pérdidas por USD 58 millones en los dos últimos años, confirma que el Estado es un mal administrador.
Las finanzas de la empresa pública se han venido deteriorando por situaciones de mercado y por una deficiente gestión que, en parte, responde a decisiones políticas que han impactado en las finanzas de la empresa.
Que una aerolínea pierda dinero en un año puede explicarse por situaciones de mercado, pero cuando las pérdidas se arrastran por cuatro años hay que buscar otro tipo de respuestas.
En el caso de Tame, el propio Gobierno habla de malas decisiones gerenciales, concretamente el haber inaugurado y mantenido rutas internacionales que no son rentables.
A lo anterior habría que sumar algunas rutas nacionales que tampoco eran rentables, y que fueron impulsadas desde el Gobierno para generar tráfico en aeropuertos que se construyeron sin mayor
análisis, como los de Tena o Santa Rosa.
Pero en ese entonces no se veía el problema, ya que la abundancia de recursos en la caja fiscal permitía subsidiar algunas rutas nacionales. Ahora, ante la falta de recursos estatales, Tame ha empezado un inevitable proceso de ajuste.
Las malas decisiones gerenciales en Tame también se repiten en el propio Gobierno, que abrió la llave del gasto público sin generar reservas para un período de crisis.
La empresa pública ha empezado un proceso se reducción de frecuencias nacionales e internacionales y también anuncia una desinversión, es decir, la venta de aviones que fueron adquiridos por el Estado hace varios años.
Los ajustes que lleva adelante Tame reflejan lo que sucede a nivel macroeconómico.
El Gobierno está reduciendo sus gastos porque los ingresos resultan insuficientes y también viene entregando activos estatales a cambio de dinero fresco, como ocurre con algunos campos petroleros.