El Banco Mundial publicó su informe semestral sobre las perspectivas de la economía global. No hay mención específica del Ecuador, pero en sus tablas presenta su previsión de crecimiento en 2019-21, y es muy baja: cero para 2019, 0,4% en 2020 y 0,8% en 2021. Aparte de Venezuela, cuya economía está en soletas, sólo dos países tienen peor desempeño en 2019: Argentina y Nicaragua.
Pero la previsión es que se recuperen los años siguientes. Por lo que, excluyendo al desastre venezolano, la economía ecuatoriana sería la de menor crecimiento en 2020 y 2021.No se trata que el Banco Mundial considere que el gobierno esté haciendo mal las cosas. Lo que pasa es que la tarea fundamental es curar al fisco de su adicción al crédito externo. Convertir al déficit fiscal en superávit y con ello reducir la deuda. El gasto público ya no será lo que mueva la economía.
El crecimiento debe venir por la inversión privada. Ahí nos topamos con el problema que el país es demasiado caro, sus costos de producción están 31% por encima de donde deberían estar para atraer inversiones, crear empleo y producir. El Banco Mundial estima que no habrá suficiente progreso en este frente durante los próximos tres años, de ahí la economía estancada.
El talón de la estrategia oficial es que no enfoca la imperiosa necesidad de incrementar las ventas externas. El Plan de Prosperidad trae muchas metas positivas, la carta de intención incluye loables compromisos, pero no se esboza una política integral para incrementar exportaciones.
Cierto es, hay medidas que incidirán en crear un entorno más favorable a la exportación: el estancamiento del consumo interno ante el menor gasto público que se prevé tornará menos atractivo invertir para el mercado nacional (pero el gasto creció en enero y febrero); la reforma laboral, de darse, mejoraría marginalmente el costo de mano de obra para la exportación; la inexistencia de inflación con el tiempo traerá un abaratamiento de costos; los acuerdos comerciales bajarán los costos de entrar a mercados extranjeros.
Todo lo anterior es insuficiente para que haya una pronta recuperación de las exportaciones. En esta década, las exportaciones no petroleras han crecido a duras penas 5% anual. En nuestros productos estrella, perdemos participación en los mercados más apetecidos. En EE.UU., Guatemala nos desplaza en banano, la India en camarón, en Europa los asiáticos en atún. Las flores tienen permanentemente fletes aéreos superiores a los de Colombia, el principal competidor. Tampoco emergen nuevas exportaciones. Sin un sector exportador vibrante, la economía permanecerá estancada. El Banco Mundial no atisba el inicio de la reactivación. Tarde o temprano, tomará fuerza la presión para abandonar la austeridad, por las buenas o por las malas.