Hace pocos días, mientras esperaba que me entreguen mi nueva licencia de conducir, fui testigo de uno de esos cambios que se han dado luego de una década del mismo gobierno. Todo el trámite tomó menos de 30 minutos, fue claro, fácil, en un lugar limpio, cómodo y cercano a mi casa. Estoy seguro que los partidarios del correismo podrán enumerar varios ejemplos similares, muchos incluso podrían ser calificados de impresionantes. Pero basta un solo hecho para recordar el rostro autoritario de la historia reciente: la disolución de la Unión Nacional de Educadores.
Platón creía que la mejor sociedad sería aquella gobernada por reyes filósofos, sabios y buenos, los que al tomar decisiones se sujetan únicamente a su propio juicio. En la utopía del filosofo griego la acción humana tiene como fin último la justicia, por esto la ciudad (el estado) se situaba por sobre cada individuo, la colectividad era la importante. Así, las acciones de un régimen serían intrínsecamente buenas porque perseguían un fin colectivo.
La idea de que los gobernantes tengan como única guía su sentido de lo bueno es contraria absolutamente al ideal democrático contemporáneo. Los ilustrados gobernantes sometidos exclusivamente a sus propias convicciones pronto se convierten en tiranos.
Otros filósofos griegos (Sócrates y Aristóteles) ya advirtieron de los riesgos del populismo y la demagogia. Por esto el gobierno de los hombres fue reemplazado por el gobierno de las leyes (en sentido amplio por un Estado de derecho), se organizó un conjunto de instituciones, se ideó la separación y división de poderes, se elaboraron complejos procedimientos para la toma de decisiones, se establecieron elecciones periódicas y, cuando se comprobaron los inmensos riesgos que existe de una larga permanencia en el poder, se estableció la alternabilidad.
Ninguna solución es perfecta, siempre se encontrará más de un defecto en el modelo democrático, sin embargo la historia humana es rica en ejemplos de los riesgos que representan los gobernantes mesiánicos e iluminados. Nos olvidamos con facilidad esto, repetimos una y otra vez los mismos errores, nos convencemos que todo será diferente porque se cambian los nombres.
El movimiento “Rafael contigo siempre” anunció que había logrado obtener más de un millón de firmas para que, mediante un referéndum, se permita al Presidente de la República presentarse a una nueva reelección. Sin importar la decisión de no presentarse, este es el mejor ejemplo de que no hemos vivido un cambio sustancial, un cambio de época como se ofreció.
En el balance final la obra pública es importante, sin embargo el culto a la personalidad, la institucionalidad organizada a la medida de una persona, los abusos de ese poder, son el peor legado de estos años, un lamentable desperdicio de un capital político sin precedente en la historia reciente de nuestro país.