Cuando el 25 de junio de 1908 una hija de Eloy Alfaro colocó un clavo simbólico de oro en los rieles del ferrocarril Guayaquil-Quito, en Chimbacalle, y él inauguró esa monumental obra, que inició García Moreno en 1872, se enfatizó que sería la columna vertebral para el desarrollo del país, y así fue hasta que un siglo después rindió tributo ante los incontenibles avances del parque automotor y del transporte aéreo.
El actual Gobierno ha dado extraordinario impulso a la ampliación y mejoramiento de la red vial, a lo largo y ancho del país, sin la debida fiscalización, como se ha denunciado en forma reiterada, y no se ha dado la prioridad que demanda y merece la arteria entre las dos principales ciudades del Ecuador. Ahora se anuncia la decisión de construir una “mega-autopista” (sic), es decir una arteria de primer orden, que dará garantías a los usuarios y acortará el tiempo del recorrido, proyecto largamente anhelado y, al mismo tiempo, criticado por quienes lo consideran faraónico, como algunos aeropuertos.
Según la información oficial, en septiembre se entregarán los estudios para la ejecución del tramo Santo Domingo-Quevedo, de 125 kilómetros de longitud, 6 carriles, 9 intercambiadores, parterre, espaldones, cunetas, etc. Los trabajos se iniciarán de inmediato. Será un proyecto piloto de 10 autopistas similares que se realizarán, con una inversión de 5 000 millones de dólares, tales como la Manta-Quevedo-Latacunga-Huaquillas, Cuenca-Guayaquil-Manta, Guayaquil-Salinas y, desde luego, el tramo Quevedo-Guayaquil.
La carretera Quito-Alóag-Santo Domingo de los Tsáchilas entró en servicio en 1963, luego de que su construcción sufrió retraso por la dificultad que se encontró en el sector rocoso de Tatambo. Es una de las más transitadas del Ecuador y la firma concesionaria Hidalgo & Hidalgo ha efectuado recientemente el mejoramiento y ampliación a cuatro carriles en cerca de la mitad de la longitud, en la parte más complicada, pero está inconcluso el sector plano.
El problema mayúsculo es que, en especial en la parte montañosa, se producen frecuentes derrumbes de taludes y de la calzada, con las consiguientes interrupciones del tráfico, lo cual se torna caótico cuando coinciden con las temporadas turísticas y, al mismo tiempo, sufre daños la carretera alterna Calacalí-La Independencia. Ahora mismo se ejecutan trabajos complejos y costosos para reconstruir la calzada en el kilómetro 58.
De ahí que es urgente, indispensable que, hasta que se haga realidad la “súper autopista”, se realicen las obras que aconseje la técnica para evitar tantos daños y que se concluya la ampliación y mejoramiento de la principal conexión vial entre la Sierra y la Costa, como en su tiempo fue el ferrocarril, y que, así mismo, se tomen providencias oportunas en la vía Calacalí-Nanegalito-La Independencia.