El país sueña con días mejores, especialmente en lo económico y lo social, que redunde en la reactivación productiva, mejoramiento de la competitividad y la generación de nuevas fuentes de pleno empleo. Sin embargo otros, interesados en generar el caos porque las investigaciones de actos de corrupción les pisa los talones, sueñan en una nueva Asamblea Constituyente luego de lo que hiciera el correismo en Montecristi el 2008, desinstitucionalizara el país y auspiciara la confrontación. Hablaron de una Constitución para 300 años, pero resulta que hoy ya no les sirve para sus protervos intereses de vivir del Estado comiendo arroz verde.
El país sueña con la reducción de la inseguridad ciudadana, que tiene en vilo a las familias, que no se sienten seguras ni en sus hogares aunque se refuercen con alarmas, rejas, alambrado eléctrico, guardianía privada y hasta las UPC, que a veces reaccionan tardíamente.
El país sueña con la disminución de la violencia intrafamiliar, que llega a niveles alarmantes; la disminución de los femicidios y los asesinatos de mujeres, que día a día causan alarma y estupor en las comunidades y terror entre los hijos, padres, parientes y vecinos.
El país sueña con el mejoramiento del peor indicador que tiene el Ecuador en la región de los embarazos de adolescentes, cada vez a una menor edad (12-11 años). El castigo a las violaciones y los abusos sexuales de menores, que se producen en los mismos hogares y en los centros educativos.
El país sueña con la solución de la provisión de los principales servicios básicos, especialmente en provincias en donde los GAD se gastan los presupuestos en obras secundarias antes que en las necesidades urgentes que están represadas por años y hasta décadas en ciudades atrasadas, que ni siquiera cuentan con alcantarillado y agua potable pese a disponer de reservas naturales.
El país sueña con agua segura, que es uno de los determinantes para la desnutrición infantil crónica de niños menores de cinco años, que bordea el 24 % y por la falta de atención primaria de salud oportuna; que se reduzca la mal nutrición, el sobrepeso y la obesidad, que golpean a la niñez y adolescencia.
El país sueña con una sociedad sin impunidad con tanto acto de corrupción, cuya consecuencia les permite seguir en la misma dinámica, esquilmando los recursos del Estado, que siempre serán insuficientes. El país sueña con la recuperación de los dineros robados.
El país sueña con un liderazgo fuerte, honesto y democrático, que sirva al país y no se sirva del país, como ha hecho la mayoría. Al final, que no resulten solo discursos ni sueños de perro porque no se pueden cumplir a pesar de los esfuerzos que sí hacen unos, todavía insuficientes, pero también la indiferencia de las élites y una sociedad indolente.