Sueños de pato

Hay alegorías, metáforas o ficciones que suelen ser muy útiles para ilustrar las situaciones políticas. Ese es el caso, por ejemplo, del cuento del pato de estanque al que un viejo cóndor le contó que en el pico más elevado de la cordillera estaba el paraíso. Imposibilitado de alcanzar esas alturas debido a su peso, el pato decidió cortarse las patas para alivianar la carga, y una buena mañana emprendió vuelo en medio de una indecible emoción. Luego de un gran esfuerzo llegó a la cumbre indicada, para encontrarse con la terrible sorpresa de que el paraíso se encontraba muy al fondo de una larga y estrecha gruta, a la cual únicamente era posible acceder caminando.

Los ‘supremos’ intereses de un gobierno, o de un proyecto político, con frecuencia tienden a deshacerse de aquellos elementos que, en determinado momento, son considerados un lastre, pero que a mediano o largo plazo resultan indispensables' tan indispensables que su carencia termina produciendo un estrepitoso fracaso.

Algo así está ocurriendo con la participación ciudadana, los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil dentro de la agenda estratégica de Alianza País. De fuentes de inspiración, cantera de cuadros, razón de ser y propósito último de la revolución ciudadana, hoy se han convertido, por obra y gracia del pragmatismo político, en incómodos obstáculos. Es más, poco falta para que sean proscritos de la política pública mediante reglamentos o plebiscitos.

El vertiginoso vuelo que desea emprender el Gobierno, rumbo al paraíso del buen vivir diseñado por la Senplades, parece imposible con el bulto que representan las diversas instancias de la sociedad. Indígenas, ecologistas, estudiantes, servidores públicos, ONG, organizaciones de base y ahora veedores ciudadanos deben hacerse a un lado para facilitar el itinerario estatal. La conducción del proceso ha sido encomendada a la laptopcracia, mientras la burocracia pública, que en esencia no ha cambiado nada en estos cuatro años, sustituye a una sociedad “infantil y ciega”, que todavía necesita ser guiada por un lazarillo iluminado.

Pero estas expresiones sociales, construidas mucho antes de la existencia misma de AP, y pese a todos los defectos que les atribuye el discurso oficial, son las únicas que podrán asegurar a futuro la consolidación de los cambios y la recreación permanente de una cultura democrática nacional. Más aún, constituyen el único garante de un eventual proyecto socialista (a menos que se quiera construir un socialismo sin sociedad). ¿Cómo aspira el Gobierno a sostener su programa, o a proteger la democracia de sus posibles agresores, sin la fortaleza de la ciudadanía? ¿No fue suficientemente aleccionadora la orfandad de pueblo del 30S?

Suplementos digitales