El año 1994 marca la terminación del apartheid en Sudáfrica que establecía la supremacía de la raza blanca sobre la mayoría de raza negra. En el mes de mayo de ese año se celebraron las primeras elecciones democráticas.
Con la concurrencia masiva a las urnas de la población negra los electores eligieron como su nuevo presidente a Nelson Mandela, líder indiscutible de la lucha contra la segregación racial, quien había pasado en prisión 27 años.
Cuando asumió el poder el 10 de mayo de 1994, heredó una economía que pasaba por una grave crisis después de décadas de malas administraciones, sanciones internacionales y violentas protestas.
En estos 16 años desde la terminación del apartheid, las exportaciones se han duplicado en términos reales; el ingreso por ciudadano ha aumentado en más de un cuarto después de haber caído en las últimas dos décadas; la deuda pública se ha reducido a la mitad representando el 28% del PIB en el 2008; la inflación de dos dígitos que prevaleció durante la década de 1980, se ha reducido al 5.1% anual; y la economía ha vuelto a crecer.
Sudáfrica es la primera economía de África con cerca del 25% del PIB continental. Tiene el 90% de las reservas mundiales de platino, 80% del manganeso, y 40% del oro que se produce en el mundo. A pesar de ser la 24 economía más grande del planeta, en el Índice de Desarrollo Humano que publica las Naciones Unidas ocupa el puesto 129 de un total de 182 países.
Sudáfrica tiene un índice de desempleo del 25%.
La población de raza blanca tiene una tasa de desempleo del 6%, en cambio en la población de raza negra, uno de cada tres está desocupado poniendo en evidencia que la desigualdad continúa estando presente a pesar de los grandes esfuerzos de inversión social de los últimos 16 años.
Por el lado positivo, desde el fin del apartheid, la desnutrición extrema ha sido virtualmente erradicada en la población menor a cinco años. La tasa de matriculación escolar de los niños y jóvenes entre siete y quince años es cercana al 100%.
El Estado provee de beneficios sociales a cerca de quince millones de personas; y el programa para prevenir y tratar el sida es el más grande que se ha puesto en marcha en el mundo. En este país que lucha por retomar su identidad después de siglos de dominación por un grupo minoritario de ascendencia europea, es donde se está llevando a cabo el Campeonato Mundial de Fútbol, la competencia deportiva más importante del planeta.
Los ojos estarán fijos en Sudáfrica mientras dure el torneo, haciendo fuerza porque sus equipos logren la tan ansiada copa que solamente siete países han logrado conquistar.
Luego de que concluya este evento los sudafricanos continuarán esforzándose por erradicar las desigualdades, dejando atrás la era del apartheid que conspiró en contra del desarrollo humano.