Es muy común confundir los conceptos de subempleo y de informalidad, aunque son dos cosas completamente distintas, con causas y soluciones también diferentes.
Empecemos por el principal concepto en lo que a mercado laboral se refiere: la población económicamente activa, la PEA. En términos descomplicados, la PEA son las personas que trabajan o que quisieran trabajar. Fuera de la PEA quedan, por lo tanto, todos aquellos que no desarrollan una actividad económica (estudiantes, jubilados, amas de casa, etc.). Según la última encuesta del INEC, (septiembre 2010), la PEA urbana tenía algo más de cuatro millones y medio de personas.
Dentro de la PEA hay tres posibles “condiciones de actividad”: empleados plenos, subempleados y desempleados. Estos últimos, los desempleados, son aquellos que, queriendo trabajar, no tuvieron ninguna actividad y representaron en septiembre algo más de 7% de la PEA.
Los subempleados son una categoría compleja, pues en ella están las personas que ganan menos del mínimo o trabajan menos de 40 horas semanales. También se incluye a las personas que trabajan más de 40 horas y ganan más del mínimo, pero están activamente buscando un trabajo mejor. En otras palabras, están todos aquellos que podrían ganar más si el mercado laboral les ofreciera más oportunidades y en septiembre eran algo más de la mitad de la PEA.
El subempleo (y el desempleo) solo pueden reducirse con crecimiento económico, con base en la creación de más empleo mejor pagado. En el largo plazo, no hay otra solución.
A veces se confunde subempleo con informalidad, aunque tienen muy poca conexión. En el mercado laboral, la informalidad implica estar fuera de la normas y, por cierto, no existe una definición universalmente aceptada de lo que es. Se la puede medir en base a la afiliación a la seguridad social o revisando si el empleador tiene RUC. En cualquier caso, los informales son aquellos que de alguna manera están fuera de la ley y diferentes estimaciones la ubican alrededor del 60% de la PEA y con poca variación a través del tiempo.
Muchos subempleados son informales, pero no necesariamente lo uno está conectado con lo otro. Podría haber alguna persona que esté afiliada al IESS y trabaje en una empresa muy formal, pero que esté contratada solo a medio tiempo. Eso la convertiría en un subempleado, pero no en un informal. Y una persona que trabaja más de 40 horas y gana bien, pero no tiene RUC o afiliación al IESS, es informal aunque no subempleada.
Reducir la informalidad es todavía más complicado que bajar el subempleo. Se necesita implementar una mezcla de leyes que faciliten la formalización y controles que obliguen a los informales a abandonar su “cómodo” estado. Fascinante reto para el año que comienza.