Inclusive Marx compartió la opinión que en los países subdesarrollados no podía producirse la revolución soñada: la igualdad de los hombres ante la ley, el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. Una de las claves que explican el subdesarrollo era el desconcierto en que vivían los que estaban en capacidad de pensar y la conformidad de quienes sufrían las consecuencias. En el Tercer Mundo nunca había sucedido nada trascendente. Entre sus élites y el pueblo llano se daban diferencias abismales en todos los órdenes.
Con el Siglo de la Ilustración se inició la Revolución Francesa, la de los derechos del hombre y del ciudadano. Ello no obstante, los Años del Terror fueron necesarios para que se impusiera en la conciencia de los franceses la convicción de que la guillotina les esperaba a quienes se situaban más allá del bien y del mal por derecho propio o por mandato divino. Este fue el inicio de la democracia en Francia. Los ingleses saben bien que la ley es para todos desde cuando el rey Carlos I (1600-1649) fue llevado a la horca por traidor, decisión de Cromwell (1599-1658), Protector de la Republica de Inglaterra. Se le debe la conformación de Gran Bretaña (Inglaterra, Irlanda y Escocia) y el inicio de su desarrollo industrial y el imperio de la ley. En este sentido, la herencia que les dejaron los ingleses a los norteamericanos es admirable. ¿Cómo explicarnos si no que un negro haya llegado a la Presidencia de los Estados Unidos? El final de Trump está por verse.
En este artículo, cabe que me refiera al final de una revolución destinada a constituirse en la matriz de un hombre nuevo: la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), subdesarrolladas en relación al resto de Europa. Luego de una etapa heroica y posterior inicio de un esforzado desarrollo industrial, amén del glorioso papel que le correspondió en la II Guerra Mundial, el paraíso de los trabajadores se convirtió en un infierno. Con dogmas y la Policía Secreta fue evidente que el camino no conducía a la democracia, al imperio de la ley. Sin bases, la URSS se desplomo. El ‘hombre nuevo’, el que hoy tiene la palabra, resultó muy sensible a las tentaciones de los poderes fácticos.
En nuestros páramos y trópicos, la Revolución Ciudadana. La emprendida por Rafael Correa en un país subdesarrollado, en el que tuvieron un final trágico sus dos únicos revolucionarios, García Moreno y Eloy Alfaro. A mi juicio, la obra de Correa debe ser comprendida como la de quien se empeñó en crear las condiciones que nos permitieran salir del subdesarrollo: redes viales, centrales hidroeléctricas, puertos, educación de calidad, ciencia y tecnología, desarrollo agro-industrial. A medio camino en apenas 10 años, digo yo. Autoritario, al igual que García Moreno y Alfaro. No hoy. La historia le juzgará a Rafael Correa.
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