“Los promotores de la reforma (política) tuvieron una reunión en la que participaron unos 40 líderes de todas las tendencias en el país. Fue una reunión ejemplar”.
En 1999, una mujer de 88 años inició una caminata desde Los Ángeles hasta Washington, solo llevaba un cartel que decía “Reforma Fiscal”. Llegó a la capital, un año y medio después, rodeada por un grupo que se unió en el camino, incluyendo algunos políticos que se subieron a la camioneta en las afueras de la ciudad.
La corporación Participación Ciudadana ha iniciado una marcha “por la recuperación de los partidos políticos”, con la esperanza de que se unan algunos políticos cerca de la meta. Promueve unas pocas reformas para evitar que la democracia ecuatoriana termine en una farsa completa. Para mucha gente los partidos no valen, como decía un amigo, ni lo que tapa un gato. Pero ¡cuidado! los partidos son los que presentan candidatos y los candidatos son los que terminan gobernando el país.
Las reformas planteadas son pocas; entre ellas, que los partidos sean de carácter nacional y los movimientos sean provinciales; que lleven registro de los afiliados; que practiquen internamente la democracia eligiendo sus directivas y asegurando la alternancia; que los candidatos hayan militado al menos dos años en el partido; que las organizaciones desaparezcan si no cumplen la ley.
Parece que los políticos, esta vez, decidieron unirse a la marcha desde el inicio. Los promotores de la reforma tuvieron una reunión en la que participaron unos 40 líderes de todas las tendencias. Fue una reunión ejemplar. Demostraron que comparten la necesidad de renovación, que están interesados en debatir las ideas, sin cálculos, sin agresiones, sin límites preestablecidos. Probaron que se puede hacer política civilizada y que las diferencias no estorban, sino que enriquecen el debate.
La caminata por la reforma ha comenzado, quienes crean en que se puede hacer posible lo imposible, están invitados a unirse. En la pasada Navidad, un columnista argentino hacía un pedido infantil: “Papá Noel, ¡regálanos un estadista!”. Trasladamos el pedido a los partidos políticos; si es que existen.