La palabra para tener el valor de lo sensato requiere provenir del conocimiento con fundamento, coherencia entre hechos y palabra. Esa palabra pesa, inspira respeto, perdura. Hay también la palabra con credibilidad por razones distintas a ese conocimiento, como la de los políticos cuando encarnan esperanza, porque prometen. Pero esta palabra tiende a devaluarse, cuando se llena de contradicciones y enredos, para entrar en territorios de la simple disputa, instinto e insensatez.
Me temo que el presidente se encaminó allá. El sábado dijo “yo no sé si la equidad de género mejora la democracia lo que sí es seguro es que ha mejorado la farra… el buen vivir, porque se armó una farra.. Qué asambleístas que tenemos, guapísimas ahh, …..todas con unas minifaldas dios mío, ( risas) .… me contaron, unas piernas y unas minifaldas impresionantes, guapísimas las asambleístas”. Lo que puede ser un nota de humor, un simple chiste machista, tiene tantas incidencias en el pensar de la mayoría. ¡Cómo no recordar a Bucaram! Nos muestra el enorme camino que la sociedad debe recorrer sobre el tema.
A su inicio, Correa al hablar de principios, de promoción de minorías, hasta de la izquierda, parecía coherente. Puede parecer ahora que eso era para convencer, simple propaganda. Pero ya impuso la lógica de lograr más poder, entonces su palabra se envuelve en sus laberintos interiores.
La propaganda gubernamental sobre la equidad de género, contra la violencia a la mujer ayudaba a cambiar el machismo que reduce la mujer a ser un simple apoyo del hombre, con poco derecho aún al espacio público. Su gabinete sobresalía por el número de mujeres, por su discurso de promoción de la mujer. El sábado pasado, su palabra sutilmente devaluó eso y relució lo primario, su palabra sin embargo tendrá seguidores, aún más con la envoltura de humor. Acaso le de votos, se identifica con la cultura predominante.
Eso es borrar lo positivo. En cualquier tono que haya dicho, devaluó la idea de equidad; valorizó a la mujer en objeto del deseo, por eso se catan sus atributos físicos. En otros sábados se alabó a ministras por ser guapas como si eso fuese algo a considerar en el rol que están. Devaluó la idea de la equidad entre hombres y mujeres para mejorar la democracia cuando los/as fundadores/as de AP hicieron de la inclusión condición para la democracia. Si la equidad no sirve, como duda Correa y sirve para la farra, revaloriza los prejuicios. Triste para el Ecuador, el embrujo del poder revela cuán contradictoria e inequitativa puede tornarse la palabra. Ese trato y humor sobre la discriminación, de género y étnica, vuelven a sacar los fantasmas del pasado. Vuelve el peso de la palabra inapropiada sin la sabiduría ni el principio debido. Que pena que Correa contribuya a valorizar ese pasado y a borrar el sentido del cambio… con humor.