Mejor ni digamos que ocho bloques petroleros del suroriente serán explotados por Corea y que están bajo el Curaray, tocando con la línea imaginaria de la Zona Intangible del Yasuní. No mencionemos siquiera que la cadena sabatina sobre el Yasuní ITT se realizó en el bloque 16, de la Repsol y que, para llegar allí, tuvieron que tomar la carretera construida por la Maxus. Tampoco digamos que el ITT es un pedazo de lo poco que queda del parque. Y menos, que los huaorani andan vestidos con ‘shorts’ y camisetas, salvo uno que otro abuelo que aún usa el gumi; que sus casas tienen techos de zinc y no de paja y que no tienen profesores sus escuelas. Tampoco digamos nada de la carretera que atraviesa el Yasuní y que llega al bloque 31. Ni de los tubos que están ya dispuestos para la explotación del TT. Mejor quedémonos calladitos no se vayan a asustar los posibles contribuyentes. Que ni se enteren que todo lo demás va a explotarse y además, rápido, porque hay que pagar con petróleo el crédito a China. Escondamos el mapa catastral del petróleo’ ¡menos mal que ahí al menos las zonas intangibles de Cuyabeno y Yasuní todavía están pintadas de verde! Sí. No les digamos nada a los gringos que van a Bameno, acerca de que el ITT está al otro lado. De gana les vamos a desanimar. No les digamos que en lugar de ir al Yasuní les han mandado a un lodge turístico a una hora de Coca. No habrá más documentales. Ni estudios. Ni consultorías. Mejor dejemos que crean que todavía todo está intacto, que lo que se va a guardar es el paraíso terrenal, la selva virgen. Tampoco vale decirles de los bloques petroleros peruanos que colindan con el ITT. De gana. Mejor que sigan haciendo estudios y ojalá quede acá alguno. Para qué vamos a quitarles la posibilidad de viajar por el mundo y de conocer a los indígenas que aún viven de modo ‘ancestral’. No digamos nada tampoco de que a cuenta de conservar esa porción del parque se va a destruir todo lo demás, no nos vayan a quitar lo que ya está comprometido. Tampoco vale la pena contarles que el bloque 31 ya tiene la licencia para explotar y que es una de las más grandes porciones del Yasuní. Tampoco hablarles de los pueblos ocultos, que están por otra parte, pero que ahora sirven para decir que se protege su selva. Que ni se enteren de los muertos con lanzas en el lindero norte del Yasuní ni de que se ha ampliado la frontera agrícola con los avales del Estado. ¡Sshht! Mejor guardar silencio, mejor ni pidamos cuentas, ni pensemos siquiera en exigir que la explotación que ya se hace ahora, y la que se va a hacer, se haga medianamente bien, sin derrames ni negociados con empresas fantasmas. Dejemos nomás que crean que somos ejemplo de conservación mundial.