En la sesión solemne del 6, el presidente Correa destacó los megaproyectos de Quito en particular el metro, que a Quito “la convertirá en la capital de la región “.
El Plan de Movilidad contempla una inversión USD 1 850 millones en trenes metropolitanos hasta fines de la década y de USD 11 250 millones hasta 2037 .
El auge económico que vive Quito, principal destino de la migración interna, requiere estas obras de infraestructura, como un adolescente que crece y hay que comprarle ropa nueva.
Lo que vive Quito en menor grado también lo experimenta la mayor parte del resto del país, con la parcial excepción de las ciudades cuyos alcaldes no son afectos al Régimen. Manabí y Loja se benefician de una red vial que nunca antes tuvieron. Latacunga, Tena y Santa Rosa gozan de flamantes aeropuertos, pero Machala perdió el suyo. Imbabura tendrá la Ciudad del Conocimiento.
El Ecuador se está dotando de centrales hidroeléctricas, una refinería, mejores escuelas y centros de salud.
Toda esta inversión mejora la calidad de vida. Pero por sí misma no genera las suficientes divisas para pagar su financiamiento. Además, la mejor infraestructura requiere un mayor gasto en mantenimiento: como quien se muda a un departamento más grande y el presupuesto de refacción sube.
La mejor infraestructura es conveniente, pero sólo si la podremos mantener. Hoy el Ecuador exporta petróleo y tiene previsto incluso aumentar la producción dentro de un par de años. Pero tenemos reservas discretas y más pronto que tarde la producción comenzará a decaer .
El peligro es entrar en un proceso como el de España. Lo que vive hoy España es el segundo acto de una tragedia cuyo primer acto fue excepcional: el ingreso a la Unión Europea, seguido por la adopción del euro. Fluyeron capitales y el PIB per cápita creció 6,7% anual durante dos décadas y media: España redujo drásticamente la brecha en el nivel de vida con los principales países europeos.
Pero la infraestructura más avanzada por sí misma no mejora la competitividad. Llegó el momento en que España no tiene cómo pagarse la infraestructura y las prestaciones sociales que montó. El turismo crece, pero no basta: la industria española no puede competir con la alemana.
En los últimos cuatro años el PIB per cápita español se contrajo 1,3% en promedio y le esperan muchos años de ajuste económico. Las expectativas de prosperidad para los jóvenes son escasas, y emigran.
El Gobierno ecuatoriano está consciente de este peligro y de ahí que plantee el cambio de matriz productiva. Pero el énfasis está en la modernización de la infraestructura, cuando lo que se requiere es crear un clima de negocios que atraiga la inversión privada: de quienes produzcan bienes que se vendan. De lo contrario no podremos mantener tantos servicios públicos.