La renuncia del Doctor Francisco Carrión a la embajada del Ecuador en los EE.UU. de América desconcierta al extremo que se percibe como una sorpresa o un inexplicable bochorno en el rumbo de las relaciones exteriores del país. Si se empieza el análisis por evaluar la capacidad académica en Derecho y Política Internacional, una calificada hoja en el servicio en el exterior, incluida su participación en el proceso previo al Acta de Brasilia, se puede afirmar que es satisfactoria y que al gobierno se le extraviaron los husos horarios en su nueva alineación. Mas grave es la situación, considerando los delicados momentos de las relaciones continentales y mundiales y; además, que los EE.UU. son los ejes de la escena mundial desde hace más de un siglo.
Debe añadirse al descontrol que estamos atravesando en el manejo externo, a la alocada y entreguista gestión del gobierno anterior de los asuntos externos del país donde todo se decidía en Caracas y no en Quito.
Salvo error es difícil admitir – casa adentro- que dos experimentados diplomáticos como son el Canciller del Ecuador y el ex embajador traten un tema delicado como es la aeronavegación sobre el territorio nacional como si fuera una baratija en un mercado público. Solo al presidente del Ecuador y sus asesores consideran que es un asunto es de trámite. Confunden Washington con la capital de Absurdistan.
En una democracia es factor fundamental que la opinión pública esté debida y oportunamente informada; caso contrario deja de serlo y se convierta en un régimen de opereta.
Si el señor ex embajador no estaba de acuerdo del nuevo giro de la política internacional del país -trumpista en vez de madurista – tenía el derecho de retirarse, pero también la obligación de la prudencia.
En cuanto al gobierno es imposible que no se le impute ser el causante de un bochorno que afecta al decoro nacional. Es absurdo que un alto funcionario sostenga que el ex embajador no renunció, sino que fue despedido. Este caso del “chistoso “no es político, sino que corresponde a un especialista en neurociencia; pero, la responsabilidad es del primer mandatario como el único facultado para dirigir de las relaciones exteriores. Para cerrar este episodio político diplomático, el presidente debe dar al parlamento una explicación verbal o escrita de lo sucedido.
Muchas veces la política internacional puede ser polémica, criticada y de difícil aceptación ciudadana, pero debe ser asumirla con coherencia para ser acreedora al respeto en los propios lares como en los externos. La situación obliga a reflexionar .
Ojalá que el reemplazo del embajador componga la imagen de un país que aparenta desconoce el siglo y las circunstancias mundiales que atraviesa. Estábamos bien, pero algo nos hizo mal en la celebración de fin de año.