Existen muchos aspectos que podrían analizarse alrededor de la llamada “Solución vial Guayasamín”: diseño, contratos, presupuesto, participación social, manejo de la comunicación, posición de los medios, activismo social, rendición de cuentas, diálogo, el tránsito, el transporte público, los servicios. Podría hacerse toda una teoría sobre planificación urbana, sentido de ciudad, repartición de cargas y beneficios en espacios comunes.
No tengo información suficiente para juzgar los temas contractuales, presupuestarios y de diseño. De los medios se recibe información contradictoria, parecen todos alineados “pro” y “anti” municipio. Los primeros magnifican las ventajas de la obra, reducen -hasta desaparecer- los inconvenientes,en los otros se exacerban las dificultades.
Por primera vez en años, los medios oficialistas (debería decir pro gubernamentales) y algunos claramente críticos al régimen parecen colocados bajo la misma bandera, todos los días puede leerse un nuevo reparo a la obra, al manejo del tema por parte de la Alcaldía, a la actitud del Alcalde, las movilizaciones de vecinos en contra de la propuesta.
Repentinamente quienes viven en el Barrio Bolaños se han transformado en protagonistas, llevan años expuestos a un riesgo permanente y aislamiento, con poca -o ninguna- atención anterior a su precaria, riesgosa e incómoda situación.
Como se lo ha planteado queda poco margen para el diálogo, un lado actuando desde la lógica de los hechos consumados (el Municipio), del otro desde la negación absoluta. Pocos presentan argumentos contra una visión de ciudad que niega a los peatones y ciclistas su condición de principales usuarios del espacio público. La mayoría parece defender un interés político o su interés particular. Una coyuntura que pone en evidencia –nuevamente- la incapacidad de muchos de nosotros de mirar más allá de nuestras conveniencias.
Gracias a un estimado colega conocí un texto que contiene la respuesta , escrita en 1 938, de José Rafael Bustamante (filósofo, profesor universitario, diplomático) a la pregunta ¿qué debe hacer el Ecuador para librarse de las dictaduras? “Hay…en la psicología ecuatoriana un fondo de rebeldía que se toma por sentimiento democrático.
Cuando la rebeldía es defensa de la propia libertad, ultrajada y conculcada, resulta efectivamente un factor importante de la democracia. Pero puede tornarse con facilidad en pura demagogia y, en cuanto es poder, en puro despotismo. La libertad propia, cuando no ve ni siente la ajena es atropello y tiranía para los demás”.
Esta “psicología individual, como la de grupo o partido…tiende a imponer la doctrina y la voluntad propia y a aquilatar las ajenas por medio del grito, la injuria, el desafuero y la coacción”.
Parece haber sido escrito ayer. Vivimos en una sociedad egoísta y a merced del calculo político, a todo le llamamos “nuestro derecho” cuando defendemos nuestro intereses, así no se puede construir una ciudad con futuro.
@farithsimon