En el Ecuador padecemos de un mal incorregible, las obras de infraestructura que se realizan por lo general adolecen retrasos o se ejecutan sin que constituyan una solución global al problema que se pretende resolver. Una prueba fehaciente ha sido lo sucedido últimamente con la apertura de la terminal aeroportuaria de Tababela. Llegó el momento de la inauguración, y pese a las demoras sufridas por el proyecto, no estaban listas las vías de acceso. Las nuevas rutas se ofrecen en parte, unas para septiembre de este año y otras para mediados del siguiente. Si bien se han hecho obras que han dado un alivio parcial los problemas persisten, lejos de encontrar la solución definitiva. Con el paso a desnivel sobre el redondel de Las Bañistas el tráfico fluye al llegar a Cumbayá y ya no existen los interminables embotellamientos. Pero la congestión se genera más adelante al entrar en el cuello de botella: el ingreso a Tumbaco y, cruzar ese tramo, resulta lento y tedioso. Más adelante cientos de vehículos, en horas pico hacen su ingreso a paso de procesión para cruzar el puente sobre el río Chiche, para recién después encontrar vías abiertas y expeditas. Un trayecto que debería tomar entre 45 y 50 minutos, algo manejable en comparación con otras ciudades, puede demorar más de una hora treinta con los perjuicios que aquello ocasiona.
Pero las alternativas viales en ejecución no serán la panacea total. La vía por Collas que quizá será la mejor solución para dirigirse a la nueva terminal para quienes viven en la capital, será transitable a una velocidad adecuada recién cuando arriben a la avenida Simón Bolívar. Con los trabajos que se realizan los problemas continuarán intactos al momento de arribar al túnel Guayasamín ya sea para entrar o salir de la ciudad, peor en horas pico. La alternativa, ir a la Granados significará soportar el tráfico pesado de la mañana o la tarde, cuando miles de vehículos vienen o retornan al valle. Las obras viales en construcción no prevén, como lo mencionó en un impecable artículo Gonzalo Ortiz Crespo, exconcejal del Cabildo, soluciones integrales. La primera etapa de la ruta viva no resuelve en su totalidad el problema. Los autos que deseen ingresar a Quito arribarán a esos embudos que se forman en el túnel mencionado, o en el ingreso por la Granados. Se salvan los que directamente van hacia El Inca. No habrá más opciones.
¿Qué pasó con el otro túnel? ¿Se podría ejecutar esa vía que estaría anclada a la montaña para despejar el tráfico que llega a la capital? ¿Se puede retomar ese otro proyecto de construir un nuevo puente sobre el Machángara para salir a La Vicentina? Lo más probable es que los planes no se ejecuten más allá de lo que está en marcha. La ruta viva despejará la Interoceánica pero el problema del arribo a Quito se mantendrá y el tiempo lo agudizará. Lamentablemente no existe capacidad de planificar con la debida antelación.