‘Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas… El comienzo del siglo XXI, desde el punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional definen el panorama patológico de comienzos de este siglo”. Esta visión es arrancada del libro “La Sociedad del Cansancio” del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien pese a su origen oriental es una de las estrellas de la filosofía alemana del presente.
Han analiza los males del hombre contemporáneo, sostiene, haciendo un símil con el sistema inmunológico, que en el momento actual el individuo ya no sufre de ataques procedentes del exterior, por lo tanto, al no ser atacado desde fuera, no hay una reacción inmunológica de defensa. El propio individuo es quien se autoexige y al no haber la necesidad de que la exigencia venga desde fuera, le da la sensación de ser libre, pero en realidad la coacción y la libertad coinciden y termina autoexplotándose. El explotador es al mismo tiempo explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse.
Han habla de una sociedad que se corroe a sí misma, entregada a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión. En la sociedad disciplinaria, descrita por Foucault al analizar el poder, señala que necesita de hospitales psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas. Era una sociedad represiva en la que se imponía el “no se puede”. En el siglo actual se ha transformado en una sociedad del rendimiento, en la cual se impone el “sí se puede”. En la sociedad del rendimiento encontraremos gimnasios, torres de oficinas, bancos, grandes centros comerciales. El cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento, ha determinado que mientras la primera genera locos y criminales, la otra genera depresivos y fracasados. La postura depresiva de “nada es posible”, únicamente puede manifestarse en una sociedad que cree que “nada es imposible”. “No-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión”.
La hiperactividad y exigencia de rendimiento en búsqueda del éxito, le llevan al individuo a ser incapaz de una vida contemplativa que le permita la reflexión. Cita a Nietzsche señalando el principal defecto de los hombres activos es que “habitualmente les falta una actividad superior (…) los activos ruedan, como rueda una piedra, conforme a la estupidez de la mecánica”. La contraparte de la hiperactividad es la posibilidad de estar quieto y Byung-Chul Han cita a Caton cuando dice “Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”, dos situaciones que parecen imposibles en la sociedad del cansancio.