Daniel Ortega, el más ‘vivo’ del 'socialismo del siglo XXI'

Daniel Ortega Saavedra, de 70 años y líder histórico del sandinismo, debe ser visto como un personaje que sorprende. No solo en su pequeña nación de 6,3 millones de habitantes, sino en el espacio geográfico que el 'socialismo del siglo XXI' ocupa en América Latina.

¿Por qué? Muy simple: A estas alturas, el Mandatario de Nicaragua es el único Jefe del Estado del ‘club de los bolivarianos’ que tiene todo a la mano para ganar de nuevo la Presidencia y mantener las riendas y las mieles del gobierno por un período más, al menos hasta el 2021.

Con el 65% de aceptación, según recientes sondeos, el máximo líder del oficialista Frente Sandinista, es amplio favorito para imponerse en los comicios del 6 de noviembre de 2016, en los cuales busca una nueva reelección. Una reelección que se impuso a la fuerza, pese a que en principio las leyes electorales la prohibían.
Además, si lo desea (¿por qué no habría de quererlo?), incluso pudiera aspirar a un posterior mandato adicional a partir de 2022. Y así hasta el final de sus tiempos políticos... O dejar que su esposa, la también controversial Rosario Murillo, sea su sucesora...

Pero hay que decirlo: Ortega -exrevolucionario y en el poder desde el 10 de enero del 2007- lo ha hecho todo, si se quiere con un ‘perfil bajo’. Ha montado su maquinaria política, mientras el resto de la región estaba atragantada con los escándalos, la crisis y los dislates del chavismo de Venezuela; los desvíos de millonarios fondos por parte del ‘lulismo’, ‘petismo’ y ‘temerismo’ de Brasil; el saqueo del erario nacional de lo que se conoce como ‘La ruta del dinero K’ en la Argentina; los conflictos de intereses y millonarios contratos en Bolivia, etc.

Él es también el claro ejemplo de una ‘metamorfosis’ político-ideológica. De humilde militante de la izquierda se ha convertido -de la mano de su esposa, Rosario Murillo- en una de las mayores fortunas de Nicaragua.
La novelista Gioconda Belli ha hecho en estos días la síntesis de quién es en realidad el sandinista: Representa un “populismo puro y duro, que aborrece la democracia”.

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