Más allá de lo que generalmente pueden pensar los actores políticos al presentar una candidatura, un elemento que tiene una incidencia directa e importante en una votación son los sistemas electorales.
Al igual que las formas de gobierno o los sistemas de partidos, los sistemas electorales juegan un papel clave en la política. Determinan el modo en que los votos se transforman en curules y, en consecuencia, afectan la decisión final del votante.
No es que los sistemas electorales sean buenos o malos. Simplemente permiten obtener ciertos resultados. En unos casos, cuando hablamos de sistemas mayoritarios, tienden a reducir la fragmentación del voto. En otros, cuando hablamos de sistemas proporcionales, tienden a que, en el caso de una legislatura, permita que fuerzas políticas minoritarias consigan cierta representación.
En los mayoritarios la decisión del votante es, por lo general, canalizada hacia una alternativa mientras que en los proporcionales no se obliga a los votantes a concentrar su voto, existiendo múltiples opciones. Esto tiene incidencia directa en el sistema y lo lleva a que se configure el en torno de un bipartidismo o pluripartidismo.
En el caso del Ecuador, uno de los problemas que ha existido es que ha habido mucha variación en el uso de fórmulas de asignación de escaños desde el retorno a la democracia, hace 41 años.
Arendt Lijphart sostiene, en uno de sus textos clásicos, que la representación por mayoría es parte definitoria del modelo de democracia por competencia y la representación proporcional del modelo de democracia de consenso. Este vaivén y cambio cada cierto tiempo en el sistema electoral no ha permitido consolidar el sistema de partidos y la democracia como tal.
En meses pasados se aprobaron varias reformas al Código de la Democracia: una de ellas fue en el sistema electoral y particularmente en el método de asignación de escaños. Se cambió del método de D’Hont por el método Webster. Estos dos son considerados como “proporcionales” pero el de Webster favorece a que exista una mayor pluralidad en el sistema de partidos.
Sin embargo, pese a que en nuestro sistema electoral se ha optado por el método de Webster, el hecho de que existan todavía distritos pequeños en las provincias de Pichincha, Guayas y Manabí no ayuda a que exista esa pluralidad deseada sino que esos partidos que tengan mayor votación acaparen buena parte de esa representación para el legislativo.
Y aunque la mayoría de los 16 candidatos apunta no solo a ganar sino a tener alguna representación en la Asamblea, el sistema electoral vigente va a producir que muchos de ellos no consigan ninguna curul. Pese a lo que se comenta, no habrá tanta fragmentación en la legislatura.
Posiblemente habrá 3 o 4 bloques fuertes y representación muy marginal de otras agrupaciones políticas. Muchos se quedarán en el camino como efecto del método de asignación de escaños y del sistema electoral vigente.