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En la cuestión más importante de la historia moderna del Reino Unido (la permanencia o no en la Unión Europea) el sistema electoral británico produjo un resultado absurdo. Una mayoría de la población del RU quiere quedarse en la UE, y de hecho en la elección parlamentaria del 12 de diciembre votó por partidos que expresaban esa preferencia. Pero la elección dio una gran mayoría al Partido Conservador, que promueve una salida rápida del bloque. La razón es tan sencilla como preocupante: la incapacidad de los sistemas electorales uninominales para convertir la opinión pública en resultados razonablemente representativos. En un sistema uninominal, cada escaño se lo queda el candidato que obtenga más votos en el distrito, aunque no sean la mayoría.
El Brexit no fue el único tema de campaña, y once partidos (no sólo tres) recibieron al menos el 0,4% de los votos en el nivel nacional. De esos once partidos, ocho hicieron campaña en favor de llamar a un segundo plebiscito (una “votación popular”) o directamente permanecer en la UE. Sólo tres de los once partidos hicieron campaña por salir del bloque sin segundo referendo: los conservadores, el Partido Unionista Democrático y el Partido del Brexit. los once partidos recibieron el 98,6% de los votos, y una multitud de otros partidos más pequeños obtuvo el 1,4% restante. Los ocho partidos favorables a permanecer en la UE o llamar a otro referendo recibieron el 52,2% de los votos, mientras que los tres partidos favorables a salir del bloque sin un segundo referendo recibieron el 46,4%. Pero los tres partidos pro Brexit se llevaron 373 escaños, contra sólo 277 para los partidos que prefieren la permanencia en el bloque o la convocatoria a un nuevo plebiscito. Este resultado obedece a dos razones. En primer lugar, los votos pro Brexit se concentraron casi todos en un solo partido, el Conservador, que recibió el 94% del total. El laborismo, en cambio, sólo obtuvo el 61% de votos de los ocho partidos contrarios al Brexit o que llamarían a un segundo referendo.