No quería escribir este artículo hasta que no terminara la conferencia de paz “Amigos de Siria”, realizada en Túnez para encontrar salidas a la crisis que vive ese país árabe. Pero el nombre mismo de la conferencia ya es revelador de varias cosas. La primera y más importante de ellas es el fracaso de la estructura multilateral de Naciones Unidas para ofrecer una salida institucionalizada y legal a una crisis interna de proporciones.
Ese Régimen sigue imponiendo la voluntad de los intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias -esta vez Rusia y China- por encima de la vida de miles de seres humanos. Pero ¿a quién le sorprende que Rusia y China sean los padrinos por excelencia de regímenes autoritarios? ¿Por qué Putin va a tener alguna simpatía por quienes luchan por la libertad en Siria si en su propia casa él no puede aguantar ni una mínima protesta? A China le pasa una cosa igual.
En marzo del 2011, en plena Primavera Árabe tuvo un pasabocas de protestas y los reprimió -como siempre- a sangre y fuego. Entre bomberos no se pisan las mangueras: Bashar Al Assad tomó el veto de sus aliados como una carta blanca para una campaña aún más sanguinaria.
Desde el 7 de febrero el número de muertes diarias se ha duplicado, al punto de que en menos de un mes hay mil muertos más a la ya escalofriante cifra de 7 000 caídos.
La segunda revelación de esta conferencia es la creciente debilidad de EE.UU. Para los trasnochados debe constituir todo un shock verificar que Washington no tiene ni el poder ni la fuerza para mover la voluntad de China o Rusia, menos aún para imponer su salida a la crisis.
La voz cantante en Túnez fue -una vez más- la Liga Árabe. La Liga quiere soluciones árabes para los árabes y en momentos como estos, no tiene complejos en invitar a los amigos occidentales que se quieran sumar. Una de las mejores noticias del encuentro fue la nominación de Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, como mediador oficial de la crisis. Su persistencia y sabiduría pueden ayudar mucho en momentos difíciles.
Pero seamos realistas. Estos son solo buenos intentos con mucha buena voluntad. La posibilidad real de detener una matanza de proporciones falló hace meses, cuando la ONU no medió para alcanzar un acuerdo con Al Assad y diseñar un régimen de transición, en esquema de conciliación nacional. Después de tantos muertos, los sirios han decidido resistir y luchar hasta el final por su liberación. Pero es muy posible que fracasen. Al Assad ha escalado al máximo su ofensiva militar, pues sabe que no puede salir inmune de todo esto.
Hay antecedentes. En 1982, el padre de Assad no tuvo empacho en matar 20 000 que protestaban contra él en Hama.
Por ahora ha ganado el despotismo ilustrado que dice que la autodeterminación está por encima de la vida de seres humanos. Pero sólo por ahora.