Lo peor del conflicto armado en Siria, que ya lleva cuatro años y les costó la vida a más de 200 000 personas, es el uso de las improvisadas pero letales bombas de barril que provocan miles de muertes y violan las resoluciones de la ONU, denuncia un informe publicado por la organización Human Rights Watch (HRW).
Mediante el estudio de imágenes satelitales, la organización de derechos humanos con sede en Estados Unidos identificó más de 1 000 sitios que sufrieron daños de gran magnitud en la norteña gobernación de Alepo y en más de 450 lugares en 10 ciudades y pueblos en poder de grupos rebeldes en Daraa, en el sur, entre febrero del 2014 y enero de este año.
“Las características de los daños en las zonas de impacto coinciden sustancialmente con los que provocaría la detonación de municiones de gran tamaño arrojadas desde el aire, incluidas bombas de barril improvisadas y convencionales lanzadas desde helicópteros. También es posible que en algunos casos los daños sean el resultado de proyectiles, misiles o explosivos aire-combustible”, explica el informe.
Según HRW, las bombas de barril son armas altamente explosivas y no dirigidas, de fabricación barata, producidas en el país y, por lo general, armadas con grandes tambores de aceite, cilindros de gas y tanques de agua. Estos se llenan de explosivos de gran potencia y chatarra para aumentar la fragmentación y luego son arrojados desde helicópteros.
IPS le preguntó a Philippe Bolopion, director de HRW ante la ONU, si los explosivos en las bombas de barril son originarios de China o Rusia, dos fuertes aliados políticos y militares del gobierno sirio de Bashar al Assad.
“No estamos en posición de decir de dónde vienen los explosivos de alto impacto, pero las bombas de barril son bastante primitivas y se hacen con materiales que son fáciles de encontrar”, explicó.
Aunque el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aboga por una solución política y no militar a la guerra civil en curso en el país, tanto el Gobierno sirio como las múltiples fuerzas rebeldes continúan intensificando las hostilidades mediante ataques aéreos y fuego de artillería, lo que dificulta la entrega de la ayuda humanitaria .
El Consejo de Seguridad de la ONU, compuesto por 15 estados miembros, está en un punto muerto sobre Siria, así que hay poca o nula esperanza de que China y Rusia, dos de sus cinco integrantes con poder de veto, cedan o penalicen al régimen de Al Assad, a pesar de que ya existen varias resoluciones sobre el conflicto en ese país.
“Durante un año, el Consejo de Seguridad no ha hecho nada para detener la campaña asesina de bombardeos aéreos de Al Assad en las zonas controladas por los rebeldes, que ha aterrorizado, asesinado y desplazado” a la población civil, subrayó Nadim Houry, subdirector para Medio Oriente y el Norte de África de HRW. “Mientras se habla del posible cese temporal de los bombardeos en Alepo, la pregunta es si Rusia y China finalmente permitirán que el Consejo de Seguridad imponga sanciones para detener las bombas de barril”, añadió.
IPS