“Muerto el perro, se acabó la rabia”. Si vamos a la raíz de un mal y la sacamos al aire, al viento, a la verdad, el mal se acaba. Un labio de liebre, una nariz de Pinocho son males. Si la cirugía plástica cambia el labio leporino por una sonrisa a lo Cleopatra o la nariz de Pinocho por una a lo David Beckham, esos males se acaban para tales personas con suertes malditas; pero, no para las, además, malditas de pobreza y hambre.
Asimismo, el refrán no funciona, sin más ni más, en los males político-sociales. Condenados Pandilla y su Rafa, Ecuador no saldrá de pobreza, miseria moral, ráfagas de robos, metrallas calibre 22; sino, sobre todo, distinguiendo aquí, entre causa inmediata y causa de causas. Si leemos la Constitución 2008 a la luz titilante de los males de nuestra sociedad en estos años de la Pachamama y el Sumak Kausay, de jueces que pueden, y, casi casi, deben, sin pecado alguno, interpretar a su parecer leyes y derechos; si el lema y el mote de la Constitución, supuestamente redactada en Ciudad Alfaro: “Dejemos el pasado atrás”, ya estamos entrando en terrenos pino-leporinos. La rabia no se acaba solo matando al perro. Se acaba, además, matando la rabia de una Carta que no fue la redactada en su integridad por los representantes del pueblo en monte manaba, sino importada, en grande medida, a los corifeos sociales XXI desde Sao Paulo y / Palo Bonito, palo eh.”
En efecto, hay que matar al perro con rabia, y al virus de la rabia misma. Un ejemplo: lo sucedido con Alemania luego de perder la guerra en abril de 1945. De hecho, y sin quererlo los vencedores occidentales: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, surgieron dos Alemanias, la del Oeste y la del Este. La primera retomó la democracia vivida entre 1919 y 1933; pero no lo hizo de modo autónomo sino tutelada por los vencedores que introdujeron nuevos preceptos allí donde había que extinguir las raíces nazis vigorosas desde 1933. Por fin, el 12 de mayo de 1949, se aprobó la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania (Constitución), en la capital de entonces, Bonn, patria de Beethoven, cuya Novena Sinfonía, estrenada en Viena en 1824, había de ser la semilla del himno de la Unión Europea. La Ley Fundamental fue firmada por los aliados occidentales. La promulgaron el 23 de mayo, víspera para nosotros de la Batalla de Pichincha, ganada 127 años antes. Con su Constitución y la ayuda del Plan Marshall, la República Federal se fue para arriba y solo un año después, en Gran Bretaña se empezó a hablar del “Milagro Alemán.”
Para que en 2071 se produzca el milagro ecuatoriano debemos apresar a todos los correístas condenados y condenar a los condenables, cambiar la Constitución de 2008 por la del 98 con aumentos, seguir consiguiendo préstamos, fomentar la exportación, educarnos en hombría y mujerío de bien, tender a una mayor equidad económico-social y amar a fondo a nuestra patria tan bella.