Alfredo Negrete

Signos de los tiempos

La ansiedad y el desconcierto que producen los acontecimientos del futuro al ser humano, según los estudios de la Biblia, pueden ser compensados si se observan y comprenden “los signos de los tiempos”.

Basados en esa reflexión, es posible que se pueda adivinar parcelas del futuro del Ecuador, por dos hechos recientes en el ámbito penal y en el político-legislativo. En el primer caso, la masacre de las cárceles, de impacto mundial, menos para el gobierno ecuatoriano, para el que el control de los detenidos y la seguridad de los lugares de “rehabilitación”, no son del Ministerio de Gobierno ni de la Policía Nacional; sin duda, tal afirmación evidencia la escasez de agua que afecta a la histórica bandeja donde Poncio Pilatos realizó el lavatorio de las manos. No se aclara en la esotérica explicación ministerial, si la Policía resguardaba el orden de los establecimientos de “rehabilitación” y la fuerza militar prestaba su colaboración, cómo fue posible que sucediera un hecho de tal magnitud. Planificado con una perversa estrategia en recintos cerrados y resguardados celosamente.

El segundo caso. que abruma y desespera, es el vía crucis de la Mega Ley. Fue elaborada por un equipo que produjo 335 artículos; presentada para que en 30 días sea resuelta y al final devuelta por un organismo ajeno a las disposiciones constitucionales; para colmo, recibida y advertir que se seguirá con la lucha por la democracia. Es posible que en la confrontación política se engañe a un pueblo, pero lo que no debe ser, es burlarse de parte de legisladores y gobernantes que al unísono aspiran a la muerte cruzada. En su mezquindad cívica, consideran que es lo apropiado para que se apruebe el plan económico y social del gobierno y que exista en el futuro inmediato una conformación diferente de las fuerzas parlamentarias y un nuevo gobierno.

Por razones del cambio climático y la afectación a las comunicaciones no se ha podido leer ni entender los consejos vaticanos para encontrar instrumentos para esclarecer los “signos de los tiempos”: observar, reflexionar y rezar. Con lo acontecido, ojalá que el pueblo tenga la oportunidad de nuevos mandatarios.

Hasta el momento, lo único claro, como en otros países es que se está produciendo un “Basta”.

Queremos un sistema democrático y no una dictadura, pero es necesario iniciar una revolución política radical: ni populistas, ni liberales esquizofrénicos, ni herederos rítmicos del Tahuantinsuyo. Recordemos a la Revolución Liberal de 1895, a la “gloriosa” del 28 de mayo de 1944, a la entrega pacífica del poder por parte del gobierno militar en 1979. La historia demanda defender la democracia con el mismo fervor que nuestros héroes lo hicieron en las posiciones en el Alto Cenepa.

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