Los hay positivos y hay otros preocupantes. En los primeros, se destaca la elección de la Vicepresidenta de la República, María Alejandra Muñoz.
Puede ser que los votos que llevaron en la Asamblea a superar el nivel requerido de votación hayan tenido la intención de cerrar la posibilidad de que, por la no decisión sobre la terna, pase la primera, María Paula Romo, a esa dignidad, pero la información sobre su nivel profesional y capacidad genera expectativas positivas.
María Paula tiene tareas pendientes. Dos fundamentales: develar las intenciones de presionar de asambleístas y otros actores políticos, aun a riesgo de que se le reclame el por qué no lo hizo antes, y, avanzar en el saneamiento en el entorno de la Policía Nacional y de los centros de privación de libertad, donde aparentemente siguen operando mafias poderosas, que en algún momento tuvieron protecciones políticas.
En lo económico, es positivo avanzar para la formalización del refinanciamiento de los bonos de la deuda externa, lo que no significa que deba cantarse victoria cuando los bonistas que faltan de adherirse a la propuesta del Ecuador aun puede trabar la negociación con alguna contrapropuesta.
Lo del crédito chino para obtener desembolsos de libre disponibilidad, podría ser interesante, pero hay tantos interrogantes sobre las cláusulas de los contratos con empresas chinas, que debería haber la exigencia de que se levante todos los compromisos de confidencialidad, porque de lo que se ha filtrado podrían ser verdaderas aberraciones, a que se allanó el gobierno de Correa y se han mantenido en el Gobierno de Moreno.
Es bueno que el Consejo Nacional Electoral no anule de una los registros de varias fuerzas políticas, bajo observación de la Contraloría General del Estado, sino que los suspenda para tramitar una revisión del cumplimiento de los requisitos de éste, lo que es de naturaleza administrativa y no laboral, con la concurrencia de quienes han venido representando a esas fuerzas políticas. De ser ciertos los incumplimientos, habrá nulidad absoluta y establecimientos de responsabilidades de quienes estén incursos en éstas.
Preocupantes son otros. Ahí está la no transparencia en la deuda interna del Ecuador. No hay registro confiable de ésta, lo que a su vez significa un tráfico de pagos y una desconfianza en la contratación pública en el Ecuador.
Los atrasos de transferencias arrastran a la desesperación a quienes manejan entidades públicas que no tienen capacidad de pago, ni para remuneraciones.
Muy preocupante: la multiplicación de pre-candidatos presidenciales, algunos de egos hinchados y de discursos demagógicos.
No se toma con seriedad lo que debe hacerse en el futuro inmediato del Ecuador.