Con esta frase de guerra, el Chapulín Colorado lanzaba el combate convencido de que su grito convocaría a muchos y desataría una verdadera cruzada. Segundos más tarde, un Chapulín solo y ridiculizado retornaba al grupo con la cabeza gacha y el espíritu desinflado.
La triste y cómica historia del Chapulín Colorado es muy parecida a la protagonizada por nuestra diplomacia frente a la Cumbre de las Américas que tendrá lugar el 14 de abril en Cartagena, Colombia. El Presidente ecuatoriano declaró tajantemente que no toleraría la exclusión de Cuba en dicha reunión y pidió a los países de la Alba que no asistieran a Cartagena. Los más radicales, Chávez, Ortega y Morales, se hicieron los suecos y confirmaron su presencia en la Cumbre. Y el fiasco no pudo ser mayor cuando Castro recibió al presidente Juan Manuel Santos en La Habana y le manifestó su intención de no obstaculizar la cita continental.
Entretanto, las declaraciones de la Canciller de Colombia han puesto al Ecuador y a su Gobierno bajo las patas de los caballos. En una entrevista publicada por el periódico El Universal de Cartagena, María Ángela Holguín declaró que “Correa es el único presidente que no ha confirmado. Los otros presidentes de la Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) han tratado de tirarle el ‘salvavidas’ a Correa a ver si viene. He llamado al Canciller de Ecuador toda la semana y no pasa al teléfono. El problema del presidente Correa es que ha dicho tantas veces que no, que no sabe cómo decir que sí”. Solo y ridiculizado, nuestro país deshoja margaritas para resolver su asistencia a la VI Cumbre de las Américas. Sea cual fuere la decisión final, el Ecuador terminará perdiendo bajo este enredo propio de principiantes.
En los últimos tiempos, el Ecuador ha dado mucho de qué hablar. Nunca antes el país había figurado tanto en titulares y reportajes de la prensa internacional. Lo triste es que toda esa presencia inusual no obedece a hechos positivos sino a las excentricidades de nuestra política exterior. Parecería que el rosario de novatadas diplomáticas cometidas en estos últimos tiempos no tiene fin, y que el aislamiento que padece el Ecuador es compensado con escándalos y chirridos que captan la atención.
Muchos ciudadanos no tienen aún conciencia del grave daño que se viene irrogando al país y lo difícil que será remontar la ola de desprestigio y pérdida de credibilidad que golpea al Ecuador. La política internacional de una nación no puede ser manejada con ‘antenitas de vinil’ que no detectan el interés nacional y provocan serios daños a la sociedad. Si la Cancillería va a seguir jugando al Chapulín Colorado en el contexto de las naciones, que por lo menos se inspire en otra de sus famosas frases: “todos mis movimientos están fríamente calculados”.