Quería informarles que, por pedido de la opinión pública y por aclamación de mi menguante lectoría, este domingo no voy a escribir sobre política. Sin embargo, quisiera utilizar este espacio periodístico para socializar con ustedes la arcana teoría del sexo de los ángeles, incluyendo pero sin limitarse a sus ejes trasversales en el imaginario colectivo.
Al parecer, cuando los turcos se proponían conquistar Constantinopla, los letrados y magistrados bizantinos, en lugar de diseñar la estrategia sobre las maneras de defender la ciudad de sus enemigos, invertían su tiempo en discutir sobre el sexo de los ángeles. También se sostiene que el origen de esta expresión –malhadada, como veremos después- encuentra sus orígenes en el concilio de Bizancio en el que, tras debates sin fin, jamás se llegó a un consenso respecto de la sexualidad prenombrada.
Respecto de la cuestión misma: los religiosos más irrevocables e intransigentes argumentan que la Biblia se refiere a los ángeles en varios pasajes de las escrituras sagradas –casi tres centenares de veces, de hecho- pero que siempre los caracteriza como personajes masculinos. Esta conceptualización de los ángeles siempre en clave masculina ha dado origen contemporáneamente al movimiento machista, que tanto daño le ha hecho a la humanidad. En conjunción con la teoría de la costilla de Adán y de Eva como una seductora (una suerte de “she-wolf”, si se me dispensa el anglicismo) la dogmática del sexo [varonil] de estos seres alados, constituyen los hilos argumentales del machismo posmoderno y deconstruccionista.
Por otro lado, el entramado filosófico respecto del sexo de los ángeles no es baladí y dista mucho de ser un tópico pacífico y merece una discusión seria. Las dimensiones respecto de la sexualidad de los querubines comportan, a modo ejemplificativo y entre otras cosas, el debate respecto de sus técnicas reproductivas y, por tanto, la legitimación activa y pasiva en los juicios por alimentos en los que los ángeles son partes procesales. De la mano de sus costumbres reproductivas necesariamente surgen las preguntas respecto de si los ángeles pueden o no ser sometidos a pruebas de ADN, si los ángeles obedecen a las mismas reglas y vicisitudes de conquista y reconquista de los seres humanos y, lo más importante, si se damnifican por los avatares matrimoniales como vulgares mortales. También existe la escuela de Hamburgo, neoconductivista, que sostiene que los ángeles, tratándose de criaturas celestiales y gaseosas por excelencia, son por definición andróginos. La discusión sobre esta trascendental material celestial no se limita a los contornos del cristianismo sino que, por contra, interesa también a la antiquísima cábala judía y la ortodoxia mahometana, en la que los ángeles podrían ser incluso precursores de las vírgenes coránicas según cuentan nuestros mayores.