Alfredo Astorga

Serruchar el piso

La Consulta Popular se ha posicionado como centro de los comicios. Ha ganado en protagonismo a las seccionales y sobre todo a la elección para Consejo de Participación, en donde prima la confusión e indiferencia.

No nos engañamos. Ninguna consulta cambia la vida a corto plazo. La que se viene tiene límites: no es un paquete sistémico, no ataca estructuras, le faltan preguntas claves, no tiene aplicación inmediata. Sin embargo, su valor es trascendente porque marca caminos, puertas, luces. Sus preguntas no son fines sino herramientas. Dejaron se ser propiedad del Gobierno.

Al parecer las intenciones de trastocar la Consulta en plebiscito para desbaratar el débil gobierno de Lasso han fracasado. Las encuestas revelan alta aceptación e intención de votos positivos, incluso más de 65%.

Cada pregunta plantea retos distintos. Y ha generado alineamientos no siempre argumentados. Hay 3 que parecen inclinarse sin dudas al sí. La UNO sobre extradicción, medida disuasiva inobjetable. La TRES sobre disminución de asambleístas que castiga la mediocridad, el juego sucio y el desprestigio de la Asamblea.

La pregunta CINCO acapara las luces. Es el corazón de la Consulta. Apunta a restarle el poder maldito que ha manoseado el Consejo de Participación. A serrucharle el piso donde más le duele, el nombramiento interesado de autoridades. Autoridades que a su tiempo protegen y esconden abusos y corruptelas… Quitarle el agua al pez.

La cinco es la pregunta con mayor densidad política, la que apunta a quebrar un poder concreto. Tiene aplicación próxima, fundamentos evidentes en la realidad, sintonía con ciudadanos. Habría sido mejor eliminar de un tajo al Consejo, pero no se pudo. Queda, al menos, la opción de rebanarle el volumen y volverlo casi inútil y decorativo. Preferible.

Es momento de revisar las preguntas, desmenuzarlas, entender sus ventajas, decidir sin presiones, evitar las trampas del todo o nada. La oportunidad está sobre la mesa. Nuestro voto consciente puede abrir horizontes.