Seriedad por favor

Qué fáciles entrar en un debate sin argumentos y con agresiones personales en lugar de hacerlo con ideas que contrapongan los puntos de vista de quienes sostienen tesis que no se las comparte. Creen que con gritar se superan las realidades, pero no sustentan sus libretos, pues carecen de materia.

El diagnóstico recientemente presentado al país sobre la andrajosa situación del Sistema de Pensiones, sustentado en datos extraídos de sus propias entrañas, ha servido para que algunos lancen lodo y traten de desacreditar lo que no pueden hacerlo con ideas. El problema, exige un debate serio para resolverlo. Obviamente, la discusión para que sea útil debe sustentarse en estudios y reflexiones que lleven a construir opciones coherentes y no ser puros juegos pirotécnicos que suenan, pero pronto se hacen humo.

Debe recordarse que el IESS fue rediseñado a inicios de este siglo, pero, deformado por decisiones jurídicas que lo desmontaron sobre la base de una destructiva forma de interpretar las normas constitucionales, así como por un manejo desaprensivo e irresponsable de los recursos encargados para su administración.

El Fondo de Pensiones no tiene recursos para cumplir sus obligaciones. Punto. Esa es la triste realidad. Lo poco que ahorró, en su mayoría lo tiene invertido en papeles del gobierno nacional que no tienen demanda o que si se los negocia tienen un descuento que descubre un déficit mayor al que lo tiene registrado en sus libros. Aún más, incluso con esa disponibilidad, la vida del sistema no va más allá de unos escasos años y, para ser muy simple y gráfico, el hueco en ese momento será mucho más grande y menos manejable.

Las recaudaciones de aportes no alcanzan, léase bien, no alcanzan para pagar las pensiones. Este año le faltan más de 2 000 millones de dólares (no es error. Ese es el déficit de caja) y la cuenta escala cada año. ¿Cómo se lo soluciona? Esa es la pregunta abierta que plantea el diagnóstico que, no entra en el señalamiento de la o las soluciones, pues lo que busca es conseguir que la sociedad tome conciencia de esta lamentable realidad, actúe con prontitud (aunque ya es bastante tarde) antes de que llegue al punto del colapso y de incapacidad inmediata en cubrir las pensiones de los 500 000 jubilados actuales y los que se incorporen en los tiempos por venir.

Como en muchos otros casos, el único camino sensato y conveniente es aquel que tome al tema con responsabilidad, los desmenuce y plantee soluciones concretas. Ahora, si alguien cree que los datos no son correctos, que lo diga y lo sustente, pero que no recurra a esa vieja estrategia de quedarse en vocablos delirantes.

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