Arden los motores y se nota. Perseguidos por propaganda pagada por los impuestos de los ciudadanos de cada región. ¿Las obras cumplidas? ¡Todas y más! ¡Las más fantásticas, las más increíbles y las sonrisas y los abrazos! Actores bien pagados y tantos gracias, engaño que pretende hacernos creer que son ciudadanos sorprendidos al azahar. Pobre pueblo que todas se las cree, desde el puente del Chiche hasta que pocos vuelos se retrasan en el aeropuerto, que cada paso a desnivel tiene planificación seria y que no es un intento más de esos a los que ya nos acostumbramos, ¡veamos si así funciona!, si no, total intentamos de nuevo sin importar el costo del experimento. Pero se agarra bien y tiene padrino, así que ya se considera el alcalde reelecto. ¡Qué horror, qué susto! Para el jefe local sería terrible “darle perdiendo” las elecciones al Mashi. Aún peor, fatal, sería que vuelva a ganar para la ciudad y sigamos en esta desplanificación total. ¿Será que Quito gana? Por otro lado, amando a diestra y siniestra, aunque el amor no basta para alimentar a una ciudad de sus necesidades. Antes era guagua y hasta tenía madrina, hoy en plena edad del burro con esa sonrisa de inocencia y, valga la redundancia, amor, mucho amor por la seguridad, la planificación y no sé cuántas frases más, buen ejemplo de pura inexperiencia. Cuando le entrevistan, parece el gran copión, agresivo como el que sabemos, medio gritón y hasta bravucón. Admirable su persistencia, la fuerza de mantenerse en campaña durante tantos años desde su última actuación política. ¿Cómo logrará tantos fondos para mantener una campaña de años? Y, de nuevo, si el impopular jeque local pierde el bastión verde, mejor ni pensar… ¿Pero, será que Quito gana? Por aquí y por allá, así como la actual planificación de la capital, se escuchan nombres de otros candidatos, es decir intentonas y salpicaduras, palabras por aquí y otras tantas por allá. Escucho nombres serios, se habla de Carrión, un técnico de experiencia y gran reconocimiento y Solines en quien creo es algo improvisado. El primero tiene experiencia en la ciudad, en planificación, en urbanismo. El segundo, hombre inteligente, capaz, sólido, pero, ¿todo político sirve para alcalde? Tendrá que entrenarse.
Solo quedan cinco meses para el puesto más cercano a los ciudadanos y que es para servir a la ciudad, no para usarlo de trampolín y darse a conocer un “porquito” más.
A poco del gran evento, todo candidato debe hacerse un examen de consciencia y asegurarse que su ambición es la de servir a Quito, una ciudad que, aunque parece adelantar, va como el cangrejo, en realidad, más lento, un paso para adelante y dos para atrás; y no la de servirse a sí mismo o a otros intereses que nada tienen que ver con las necesidades de la comunidad de los orgullosos quiteños, quienes, hasta ahora, tenían alcaldes independientes a su servicio. ¿Será que Quito gana?