El martes se sabrá si hay o no asambleístas justos con las mujeres más vulnerables de este país o, como si no pasara nada, deciden lanzar ellos la primera piedra para que sigan siendo vejadas, acusadas y apresadas niñas, adolescentes y mujeres que deciden optar por un aborto tras ser violadas.
Tres líderes políticos tienen que dar la cara y responder si la despenalización del aborto no pasa: el primero es Lenin Moreno, porque siendo el líder de un partido supuestamente de izquierda, debería ser el primero en llamar a votar por la restitución de justicia para las mujeres que son violadas. ¿Cuál es el sentido de haber puesto íconos del movimiento de mujeres en el Ecuador como Rocío Rosero o Berenice Cordero en puestos de importancia, si cuando se trata de defender los derechos de las más pobres y vulnerables de esta sociedad, él les da la espalda o está preocupado por las fiestas de Esmeraldas (provincia con uno de las más altas tasas de embarazo adolescente del Ecuador)? ¿Cuál es el sentido de tener una ministra feminista del Interior, si ella no puede mover los votos suficientes para pasar esta reforma que debería haber pasado hace más de 40 años ya? Sé que ha estado preocupada en otras crisis, pero precisamente éste es mi punto: centremos al país en lo importante, en lo que realmente puede cambiar la vida de miles de niñas, adolescentes y mujeres cuya vida se ha vuelto una tragedia no sólo por sufrir una violación, sino porque son penalizadas por haber optado por un aborto en medio de su tragedia.
Jaime Nebot ya dejó clara su posición sobre el tema y dijo claramente que en su buena conciencia no podría aceptar penalizar a una mujer violada, pero no es suficiente. Su bancada debe seis votos decisivos a esta causa y no puedo creer que él no llame a un voto justo a su propia bancada. Lo que es peor, se supone que el Partido Social Cristiano predica algo que no cumple, una economía con rostro social.
Qué decir de Guillermo Lasso, que en un momento parecía haber dejado a la libertad de conciencia a sus asambleístas, pero quien a última hora retacó para insistir en que la falacia de -y cito- “hay que empeñarse en salvar las dos vidas, con asistencia profesional a la madre y hasta abrir el camino de la adopción para ese embarazo no deseado”. ¿Cómo puede gobernar un país un líder incapaz de procesar las cifras disponibles sobre esta crisis de salud pública y modificar sus prejuicios en consecuencia? ¿Ha revisado la tragedia humana de las adopciones o la asistencia social pública en otros países?
El embarazo forzado es una forma de tortura. María Mercedes Cuesta ya es figura estelar, precisamente porque ofreció un rostro humano, un mensaje racional y su voto a la causa. El liderazgo ecuatoriano debe por una vez tener verdadera compasión de las más pobres y vulnerables y liderar la despenalización del aborto por violación, sin ambages y sin excusas.