iguzman@elcomercio.org
¿Quién es? ¿Cómo es? ¿Qué hace? ¿Qué quiere? ¿Qué lee, qué come, cómo ama, duerme y se viste? Que alguien, por favor, me dé un poco de luz y me explique qué es una señora. Porque ya sé lo que se supone que debería ser, es decir, ya sé cómo un gran porcentaje del mundo la ha pintado; y esa versión prototípica (hija aburrida del prejuicio) es insuficiente, porque es simplona.
Así he aprendido que una señora -a ojos de un exlibrero joven- es una cincuentona que lee libros ‘light’. Y que, por supuesto, ocupa sus tardes en leer la novelita que comentará en la próxima reunión de su club de libro. No conforme con hacer tamaña generalización, este exlibrero estaba dispuesto a refrendar este tipo de ideas en un medio de comunicación: club de libro como sinónimo de grupo de cincuentonas insulsas.
Supongo que él no tuvo nunca una señora profesora ni ha conocido a una señora filósofa, tampoco a una matemática ni a una pintora. Aunque lo dudo, porque sé que ese exlibrero está medianamente informado y además es fan, a muerte, de algunas excelentes señoras escritoras. No es malo el exlibrero, solo un poco permeable a las ideas fijas y perniciosas del mundo; ideas que, en algunos casos, no cuestiona y va diseminando por ahí.
Un amigo economista y columnista de opinión también me enseñó que hay programas matutinos de radio que no vale la pena escuchar porque la mayoría de su audiencia está conformada por señoras. Horror, ¡a quién se le ocurre escuchar un programa de ese tipo! De hecho, cuando me lo dijo (hace como cinco o seis años) avergonzada dejé de escucharlo ipso facto; yo, obviamente, no quería que me tacharan de tener gustos de señora. Sin saber bien de qué se trataba, me aterraba cualquier cosa que eso significara.
Porque todo ‘lo de señoras’ es siempre poquita cosa, accesorio, medio cursi, medio ridículo, ¿cierto? O eso nos han repetido hasta el cansancio, incluso personas chéveres como el exlibrero o el economista, por quienes siento genuina simpatía.
Pero su forma de ver a las señoras me desconcierta, me pone a dudar: ¿Será señora mi mamá, que es una de las personas más informadas del acontecer nacional que conozco, y quizá por eso también una de las personas a las que más veo rebelarse en contra de lo que pasa en esta cochambrería en la que le toca vivir? Yo juraría que sí. A no ser, que esté entendiendo mal lo que es una señora.
Porque les cuento que yo también soy una señora, y que he hecho, hago y seguiré haciendo cosas proscritas para señoras, como leer libros excelentes o escuchar y ver programas de lujo. Y muchas otras que no son publicables; no vaya a ser que se infarten los que dictan qué es o qué debe ser una señora. Si estoy equivocada, por favor, que alguien me corrija y me explique.