Seguridad climática

Project Syndicate

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24) celebrada este mes en Katowice (Polonia) consiguió elaborar un conjunto de reglas para la implementación del acuerdo de París (2015) sobre el clima. Pero aunque todos los miembros de la ONU lo suscribieron, no bastará para evitar una catástrofe climática. Es hora de llamar a los ingenieros.

El éxito diplomático logrado en la COP24 fue notable, en vista del cabildeo y obstruccionismo incesante de la industria de los combustibles fósiles. Los diplomáticos leyeron la ciencia y saben la verdad: sin una transición veloz a un sistema energético global descarbonizado de aquí a mediados de siglo, la humanidad correrá un serio peligro. Estos últimos años millones de personas sufrieron los rigores de olas de calor extremas, sequías, inundaciones, potentes huracanes y devastadores incendios forestales, porque la temperatura de la Tierra ya está 1,1 °C por encima del promedio preindustrial. Si durante este siglo el calentamiento se extiende a más de 1,5 o 2 °C (hasta niveles que jamás se experimentaron en los 10 000 años de historia de la civilización humana) el mundo se volverá mucho más peligroso.

El acuerdo de París compromete a los gobiernos nacionales a “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales”. Ya tenemos reglas para medir las emisiones de gases de efecto invernadero, compartir conocimiento práctico y medir las transferencias financieras de países ricos a pobres. Pero nos faltan planes para cambiar el sistema energético mundial por uno basado en fuentes de energía renovables, de aquí a mediados del siglo.

Los diplomáticos, por supuesto, no son expertos en tecnología. Para la siguiente etapa el mundo necesita ingenieros expertos en generación y transmisión de energía, vehículos eléctricos, celdas de combustible basadas en hidrógeno, inteligencia artificial para la gestión de sistemas de energía, diseño urbano para la eficiencia energética y el transporte público y otros especialistas relacionados. Hace 24 años que los protagonistas de las cumbres de la ONU sobre el clima son los diplomáticos, no los ingenieros. Ya es hora de que estos ocupen el centro de la escena.

El acuerdo de París da por sentado que cada gobierno consultará a ingenieros locales para idear una estrategia energética nacional, de modo que básicamente cada uno de los 193 miembros de la ONU elaborará un plan separado. Este enfoque refleja una profunda falta de comprensión de cómo debe ser la transición energética global. Necesitamos soluciones acordadas y coordinadas en el nivel internacional, no país por país.

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