Nos estremecieron las imágenes de las bodegas del barco chino, detenido dentro de la Reserva Marina de las islas Galápagos, en las que había 6.623 cadáveres de tiburón, entre los de otras especies protegidas, muestra de la abrumadora dimensión de la pesca industrial del siglo XXI. Según expertos, verdaderas ciudades flotantes de hasta 400 embarcaciones, depredan los mares con grandes maquinarias y tripulaciones en condiciones de semiesclavitud. Un ejemplo son los 300 barcos chinos que estaban en el borde de la reserva marina y se han desplazado hacia el sur.
Pero en la lucha por la conservación de la naturaleza hay también otras historias que muestran esfuerzos exitosos, en distintas escalas, por disminuir la depredación y el maltrato animal. Una de esas es la del Zoológico de Quito en Guayllabamba (ZQG), verdadero centro de rescate de la fauna andina. No pasa semana que la Unidad de Policía del Medio Ambiente no lleve animales retirados del maltrato o del tráfico de especies; allí los curan, rehabilitan y, de ser posible, los liberan. “El año pasado unos 60 animales que llegaron por esas historias tristes de maltrato animal, pudieron volver a los ecosistemas circundantes de Quito. Raposas, puercoespines, serpientes, aves rapaces diurnas y nocturnas, volvieron a sus bosques y matorrales”, dijo Martín Bustamante, director ejecutivo de la Fundación Zoológica del Ecuador (FZE), al conmemorarse los 20 años del arribo a Guayllabamba. Cientos de animales han tenido una segunda oportunidad de vivir libres.
En 1997, la Municipalidad de Quito tomó a su cargo los animales del zoológico del Colegio Militar en un momento crítico porque sus jefes decidieron cerrarlo. La municipalidad, a través de Juan Pinto, ya fallecido, lidió con el traslado y adecuación. Pero los limitantes marcos administrativos públicos, llevaron a que el alcalde Roque Sevilla entregara su manejo a la FZE el año 2000.
Fue una decisión crucial y positiva. La FZE estuvo a la altura y ha logrado mantener buenos estándares de bienestar para aquellos animales que no pueden ser liberados. Ha cumplido sus misiones de investigación y conservación junto con entidades ambientalistas (cóndor, oso, tapir) y ha realizado educación ambiental: nada menos que cuatro millones de visitantes han llegado en estos 20 años, sin contar los programas de TV, conferencias, congresos y experiencias lúdico-educativas. El buen marco de colaboración con el municipio ni siquiera se rompió durante el período estatista reciente. Guayllabamba ha sido una excelente casa; los geniales directores y sus 48 trabajadores merecen aplausos. El ZQG ha innovado, sigue creciendo en sus capacidades técnicas y se apresta a entrar en un proceso de acreditación internacional. Un logro de Quito y sus instituciones.