Quince meses de gobierno es un lapso suficiente para comentar la gestión pública. Lasso triunfó con el apoyo definitorio de los ecuatorianos anti correístas y no por su programa neoliberal, pero esto no tuvo en cuenta cuando llegó con su equipo de gobierno y no intentó ensamblar un gabinete ministerial competente, con la participación de gente capaz de las demás fuerzas políticas. Pero hay tiempo para corregir este sectarismo. Tampoco es pragmático frente a gobiernos de centroizquierda como los de Chile, Colombia, Argentina, México, Perú y Bolivia, para que sea fructífera una relación cordial.
Por falta de experticia se promovió objetivos ambiciosos e irrealistas como eso de aumentar la producción de petróleo a un millón de barriles diarios o los USD 30 000 millones de inversiones esperadas, que hasta ahora no se ven pues solo se han anunciado futuras inversiones vegetativas que deben hacer inevitablemente las empresas ya establecidas.
Esto ocurre también por la desconfianza y los conflictos internos violentos que han disparado el riesgo país a niveles perjudiciales.
La inexperiencia de quienes se encargan de los tratados comerciales se nota cuando ni siquiera los viajes del Presidente han forjado un poder de negociación y en el caso de México aún no hay acuerdo. Se ha descuidado los mercados de nuestros vecinos mientras se proyecta Acuerdos con Corea, China o Japón que afectarán a la endeble industria nacional, cuyos productos salen caros por la dolarización.
Ahora lo urgente es enfrentar la violencia desatada por las mafias narco terroristas puede ser enfrentada junto con el país que registra el mayor consumo de drogas haciendo algo parecido al Plan Colombia para que Estados Unidos ayude a corchar el flujo de drogas hacia los puertos ecuatorianos de modo que las mafias se alejen del Ecuador, controlando efectivamente todos los barcos que salen de nuestros puertos con el uso de escáneres para acabar con las presiones de las mafias sobornadoras que doblegan a los gobiernos débiles y aquiescentes. (También se debería imitar a Medellín para erradicar la violencia).