Las seccionales

Es poco reflexivo, poco perspicaz, pero se puede entender con claridad los motivos; las seccionales suelen despertar menos interés del ciudadano que las elecciones presidenciales y para la Asamblea. Los cargos tienen menos glamour, las alcaldías no tienen dos jets que viajen a paraísos fiscales, los medios se vuelven menos locos al entrevistar a un concejal.

Consecuentemente el nivel de ausentismo en las elecciones seccionales es mayor. Sin embargo no se puede decir que el nivel de incidencia de estas elecciones en la vida de los ecuatorianos sea inferior; muy por el contrario, se podría argumentar – sin mayor despeine – que a la postre estas generan mayores efectos respecto al bienestar de los ciudadanos.

Es difícil discutir que la salida de la Unasur – positiva como ella es – compita en términos de desarrollo inmediato y palpable con la implementación de sistemas de riego y el manejo adecuado de las fuentes de agua.

Esta semana Boris Cornejo, de Fundación Esquel, me lo ejemplificó con elocuencia. Basta un vistazo analítico al Índice de Prosperidad Urbana (CPI) para 27 ciudades ecuatorianas, publicado por la CAF con el apoyo de la Flacso en el 2016, para entrever el impacto de las políticas locales en el bienestar de la población. Se trata de un índice amplio, que incluye en su cálculo elementos como productividad (compuesto por variables como trabajo, ingreso de hogares…), desarrollo de infraestructura (movilidad, cobertura de servicios…), calidad de vida (seguridad, salud, educación…), equidad e inclusión social (desigualdad), sustentabilidad ambiental y gobernanza y legislación (participación ciudadana, transparencia…).

Así, Cuenca lidera la clasificación nacional, seguida por Ambato. Sin que esto sea mayor sorpresa, en la provincia de Tungurahua existe un modelo de gestión amplio, detallado, complejo, comprehensivo, que da frutos.

Las elecciones seccionales tienen un anclaje democrático particular, bien entendidas son un mecanismo para que los ciudadanos participen en la gestión concreta de los espacios donde viven.

Lejos de lo macro, se enfocan en lo micro, haciendo más perceptible el proceso decisional popular en el que se basa el sistema democrático.

El ciudadano consiente, hambriento de desarrollo y progreso, no puede obviar la transcendencia enorme de las elecciones seccionales. Su participación amplia, su exigencia de procesos transparentes, su atención minuciosa y rigurosa de este sufragio es de capital importancia para que se cristalicen las oportunidades que las seccionales nos brindan.

No se puede tirar la toalla del progreso para el Ecuador, y ello empieza por asumir la trascendencia de las elecciones que ocurrirán el próximo domingo 24 de marzo.

jguarderas@elcomercio.org

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