El pasado domingo acaba de publicar Diario EL COMERCIO una entrevista realizada al candidato a la presidencia por Alianza País, Lenín Moreno. En ésta se menciona los principales ejes de su gestión de gobierno, en el caso de que sea electo el próximo 2 de abril.
Cuando uno analiza con detenimiento lo que propone Moreno, aunque se aprecia un significativo cambio con el estilo de Rafael Correa, sus principales postulados no terminan por convencer.
Tomemos como ejemplo el tema de la corrupción. Con el fin de combatir este gran mal que aqueja al Ecuador, el cual se ha agrandando hasta dimensiones inconmensurables en estos 10 años de gobierno de la Revolución Ciudadana, Moreno afirma que, si gana la presidencia, enviará un proyecto de Ley Anticorrupción a la Asamblea Nacional “para que los corruptos de ayer y también de hoy vayan a la cárcel”.
El problema del Ecuador en cuanto a la corrupción no es la falta de leyes. El Código Integral Penal y otras normas contemplan sanciones por cohecho, concusión, enriquecimiento ilícito, etc. El tema de fondo es que no existe independencia entre las diferentes funciones del Estado. Esto ha llevado no solamente a que se adjudiquen contratos a dedo, se cobren comisiones por cada compra de bienes y servicios o se exija diezmos mensuales a funcionarios sino que exista una total impunidad.
Una propuesta realmente revolucionaria en este campo sería que Moreno pida la cesación inmediata del contralor, fiscal, superintendentes, jueces y otras autoridades de control que han sido nombrados para guardar las espaldas de los que se van y de los que vienen. Solo así se podría lograr lo que ilusoriamente dice: que los corruptos de ayer y hoy vayan a la cárcel.
De igual modo, una propuesta que contribuiría significativamente al combate a la corrupción sería la eliminación de la Ley de Comunicación. Son los medios de comunicación los que generalmente revelan en un inicio los casos de corrupción. La existencia de esta ley lo que ha hecho es limitar el libre ejercicio periodístico, aumentando la autocensura y frenando la posibilidad de investigar malos manejos de funcionarios deshonestos.
Moreno se vende como el presidente del diálogo y la participación. “El diálogo será nuestro principal recurso. Nuestro gobierno facilitará todas las expresiones de organización y participación”, ha dicho. Sin embargo, uno no deja de preguntarse si ese diálogo será para hablar solo de lo que les conviene, tal y como ha sido así en estos años de correísmo. Participación. ¿Con quién? ¿Con las organizaciones sociales alineadas al proyecto político de Alianza País? ¿Por qué no habla de eliminar el Decreto Ejecutivo 016 que coarta el derecho de asociación de las organizaciones de la sociedad civil?
Difícil papel tiene Moreno. Hacerse de la vista gorda. Ignorar parte del pasado. Disimular. Correa y su corte ya se van. Ahora debemos confiar en él. Que todo va a estar mejor. Asentir, sin beneficio de inventario.