El presidente Juan Manuel Santos yacía feliz al firmar el acuerdo de paz con las FARC cuando recibió el golpe del ‘No’ en el plebiscito.
Ahora ¿está feliz con el famoso premio Nobel de la Paz, cuando de todos los confines le llegan las congratulaciones, inclusive de Álvaro Uribe y de ‘Timochenko’?
No mucho. No. El 10 de diciembre tiene que viajar a Oslo para recibir el preciado premio, que incluye 800 000 dólares que, en honor a la verdad, le importan poco. Hay algo que realmente le hace sufrir, según se percibe a la distancia.
¿Cómo llegar a la capital noruega sin llevar en sus manos el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia? Tiene dos meses de plazo para reparar el entuerto. Él, como mandamás de un gran país y autor de la idea de una paz tan importante y difícil, tiene una parte de la responsabilidad para convertir en ‘Sí’ el amargo ‘No’ del 2 de octubre.
Pero eso será imposible si no cuenta con el apoyo de su examigazo y expresidente Álvaro Uribe y del exterrorista Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, el jefe de las FARC que firmó el acuerdo y pidió perdón a las víctimas de la “guerra” que ha durado 52 años y ha causado 220 000 muertos y
45 000 desaparecidos.
Uribe, por su parte, fue ocho años presidente y durante buena parte de ese lapso se mantuvo implacable en plan de guerra y disminuyó notoriamente el número de efectivos de las FARC, pero no pudo liquidarlas, pese a sus esfuerzos y los de su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
El expresidente Uribe fue, además, un factor clave del ‘No’ en el plebiscito. Tanto que fue denunciado como el autor de versiones truculentas sobre lo que sucedería en Colombia en caso de triunfar el ‘Sí’: los temibles personajes de las FARC no solo harían política sino que podrían llegar al poder y convertir al país en una Cuba o una Venezuela. Por algo, decían, las FARC nacieron como una organización marxista-leninista.
La campaña uribista por el ‘No’ fue implacable. Inicialmente las encuestas del plebiscito aparecían ampliamente favorables al ‘Sí’ pero en los últimos días evolucionaron al ‘No’.
Menos mal que luego del sorpresivo ‘No’ Uribe y ‘Timochenko’ anunciaron que están dispuestos a afrontar el restablecimiento de las negociaciones en la Habana, que ya duraron cuatro años.
Los de las FARC obtuvieron evidentes concesiones, entre ellas curules en las cámaras del Senado y de Representantes (Diputados) y la posibilidad de ser elegidos para las más altas funciones, además de aportes territoriales y económicos pero ofrecieron terminar con una larga y amarga etapa de secuestros, drogas, minas y el resto.
Uribe dio un paso positivo visitando a su exministro y actual presidente Santos y ofreciéndole un aporte con miras a que esta apasionante historia de paz tenga un buen final.
Sería terrible e inhumano que en nuestra vecina Colombia vuelva a funcionar la brutal “guerra” que parecía llegando a su final.